CARAL fue la capital de la civilización Caral, se encuentra situada en el
valle de Supe, 200 kilómetros al norte de Lima, tiene aproximadamente 5000 años de
antigüedad y es considerada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad y es considerada la civilización más
antigua de América.
Caral-Supe o Norte Chico fue
contemporánea de otras civilizaciones como las de China, Egipto, India y
Mesopotamia;
este sitio tuvo una organización teocrática,
y estuvo rodeada por otras civilizaciones enmarcadas en lo que se denomina
«sociedad aldeana».
Se ha planteado sobre Caral que fue
sede de una comunidad formada por varios linajes y dirigida por las cabezas o
representantes de dichos linajes, en donde uno de ellos sería el
"principal" Curaca y los otros sus contrapartes. Los Curacas de estos
linajes conducirían y organizarían la vida de los habitantes de las diversas
ciudades y pueblos contemporáneos a Caral como Áspero, Allpacoto, Miraya, Kotosh y La Galgada,
entre otros. Todos ellos compartían una misma tradición y formaron una amplia y
bien organizada red de reciprocidad e intercambio. Caral debió ser la cabeza de
toda esta red de poblaciones costeñas.
Lo que mantuvo unido a la población de
Caral fue la religión, que se usó como medio de cohesión y coerción social. La
religión en esa época fue la política del estado para el control de la población,
de la producción de bienes y su circulación. Ello está representado en los
grandes monumentos de carácter religioso, las pirámides con sus plazas, atrios
y altares del fuego sagrado en donde se llevaron a cabo las diferentes
festividades del calendario ceremonial, símbolo de su identidad cultural. Las
periódicas reuniones y actividades conjuntas como la renovación de las
pirámides permitían el reconocimiento del poder y fortalecían la identidad cultural.
Todo lo anterior es la base de la
civilización andina y están presentes en Caral como los exponentes más antiguos
de las principales instituciones de la época prehispánica, como la reciprocidad
sistema de intercambio y circulación de bienes y servicios, el calendario
ceremonial ligado a la producción, el cultivo y la pesca o la construcción y
renovación de los templos, entre las más destacadas. La música ocupó también un
rol importante en esta cultura.
Caral es presentada como "la
primera civilización de América", tal como lo explican Ruth Shady y
Christopher kleihege. Según
dichos autores, en Caral "La obra arquitectónica en la ciudad y en el
campo y los materiales asociados evidencian una organización social compleja en
tres estratos jerarquizados, la población mayoritaria,...los especialistas,...y
las autoridades conductoras de lo terrenal y lo espiritual en el centro
urbano."
En los años
iniciales del siglo XXI, el lingüista huachano Alfredo Torero publicó
que el idioma quechua habría tenido su origen en los valles de Supe, Fortaleza y Pativilca. Esta afirmación la hizo después de estudiar la
toponimia, nombres de los lugares de los tres valles. Caral,
nombre del centro poblado cercano al sitio arqueológico, aparece mencionado en
los procesos de idolatrías del siglo XVII en Cajatambo. Es posible que Caral sea un nombre quechua.
Sobre su significado no hay acuerdo, aunque algunos lingüistas han propuesto
que significa "fibra" o "junco". O en todo caso habría sido
una voz protoquecha.
En 1905, Max Uhle investigó Áspero,
un asentamiento pre cerámico situado en el litoral del valle de Supe, a 23 km de Caral. Julio C.
Tello exploró el mismo
lugar en 1937. No hay evidencias que
ellos se adentraran en el valle de Supe y, por lo tanto, que llegaran a conocer
Caral.
El primero que llamó la atención sobre
Caral fue el viajero estadounidense, Paul Kosok.
Él visitó el lugar juntamente con el arqueólogo estadounidense Richard Schaedel, en1949. En su informe,
publicado en el libro "Life, Land and Water in Ancient Perú", en 1965, mencionó que Chupacigarro como se le conocía a Caral entonces
debía ser muy antiguo, pero no pudo precisar su antigüedad.
En 1975, el arquitecto
peruano Carlos Williams hizo un detallado registro de la
mayoría de los sitios arqueológicos en el valle de Supe, entre los cuales
registró a Chupacigarro Grande, denominación con la que entonces se
conocía al actual sitio arqueológico de Caral, a partir del cual hizo algunas
observaciones sobre el desarrollo de la arquitectura en los Andes. Lo presentó
primeramente: en el artículo "Arquitectura y Urbanismo en el Antiguo
Perú", publicado en 1983 en el tomo VIII de la serie "Historia del
Perú" de la editorial Juan Mejía
Baca. Y, después, en el artículo "A Scheme for the
Early Monumental Architecture of the Central Coast of Peru", escrito en
1985 en el libro "Early Ceremonial Architecture in the Andes".
En 1979, el arqueólogo
francés Frederic
Engel visitó el lugar,
excavó y levantó un plano del mismo. En su libro "De las Begonias al
Maíz", publicado en 1987, afirmó que Chupacigarro Grande, Caral pudo haber
sido construido antes de la aparición de la cerámica en los Andes 1800 a. C.
Sin embargo, los arqueólogos andinos asumieron que el asentamiento era
"acerámico", es decir, que había sido construido por una población
que no utilizaba la cerámica, aunque ya se conocía en otros lugares de los
Andes.
En 1994, Ruth Shady recorrió nuevamente el valle de Supe y
re identificó 18 sitios con las mismas características arquitectónicas, entre
los cuales se encontraban los cuatro conocidos como Chupacigarro Grande,
Chupacigarro Chico, Chupacigarro Centro y Chupacigarro Oeste. Para
diferenciarlos Shady los denominó, Caral, Chupacigarro, Miraya y Lurihuasi. Caral, Miraya y Lurihuasi son
los nombres quechua de los poblados más cercanos a los sitios. Chupacigarro es el nombre español de un ave del
lugar.
El equipo dirigido por Shady excavó en
Caral, a partir de 1996. Ella presentó sus
datos, por primera vez, en1997, en el libro "La Ciudad Sagrada de Caral-Supe en los
albores de la civilización en el Perú". En ese tratado sustentó
abiertamente la antigüedad pre cerámica de Caral, afirmación que consolidó de
manera irrefutable en los años siguientes, a través de excavaciones intensivas
en el lugar.
El Proyecto Especial Arqueológico
Caral-Supe está a
cargo de los trabajos de investigación y restauración en Caral, así como de los
asentamientos coetáneos de Áspero,
Miraya y Lurihuasi. La arqueóloga Ruth Shady,
viaja al valle para continuar el trabajo de las excavaciones en esta parte del
país.
Se ha
confirmado su antigüedad a través de 93 fechados realizados en los Estados Unidos. Que según éstos, Caral tiene una antigüedad
promedio que data de 5000 años aproximadamente, cuando en el resto de América el desarrollo urbano comienza 1550 años después. El
hallazgo de Caral cambia los esquemas que hasta ahora se tenían sobre el
surgimiento de las antiguas civilizaciones en
el Perú. Hasta hace poco se consideraba a Chavín de Huántar como
uno de los focos culturales de más vieja data en el Perú, con un máximo de 1500
años a.C.
Los
cálculos más conservadores estiman que la ciudad sagrada de Caral albergó de
1000 a 3000 habitantes.
Se le ha llamado también ciudad
sagrada ya que fue en una época en que por primera vez las sociedades peruanas
tuvieron un gobierno central, en donde se
establece el estado y se utiliza la religión como medio de afirmación.
Todo lo que se ha excavado en la
ciudad está impregnado de religiosidad. Hay muchos fogones construidos para
ofrendas. Hay señales de posibles rituales en cada lugar. No solamente en las
áreas de espacio público o en los templos sino incluso en las casas.
A raíz de las investigaciones de los
restos arqueológicos se llegó a la conclusión de que Caral ejercía como capital económica de una amplia región gracias a su
trabajo de agricultura, cuyos productos intercambiaba con los pescadores de la
costa u otras poblaciones. Esto se entiende al comprobar la abundancia de
restos de productos marinos en Caral, estando ésta a unos 20 km de distancia de
la costa más cercana.
La dominación regional por parte de
Caral, a la vista de los estudios, fue ejercida de una forma completamente
pacífica durante un periodo que podría ser de 500 a 1000 años, durante los
cuales Caral no dejó restos de fabricación de armas, testimonios o evidencias
de haber organizado un ejército o liderado una guerra sobre la que dejar
constancia. Esta posibilidad ha sorprendido a investigadores de varios ámbitos
que se interesaron por Caral. Las fuentes de agua no contaban con murallas
defensivas.
Además, en la época en que se
desarrolla Caral también se empleaban los quipus que se utilizaban como medio de
conservación de información estadística o mensajes para comunicarse.
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