La RECONCILIACIÓN es el «restablecimiento de la
concordia y la amistad entre dos o más partes enemistadas».
El fenómeno de la
reconciliación es: «Reunión amistosa post-conflictual entre previos oponentes
que restaura una relación social alterada por el conflicto. En este sentido, la
reconciliación es un mecanismo de resolución de conflictos. Si esta función no
está implicada o no puede demostrarse, debe utilizarse un término más
descriptivo».
El término
«reconciliación» viene del latino reconciliare que significa «recuperar,
reconciliar». Originalmente, el término se refería en primer lugar a la
relación entre Dios y los hombres, con lo cual se producía un cambio en la
forma como los hombres se relacionaban entre sí.
Otras acepciones son:
«acción y efecto de oír una breve o ligera confesión»; «acción y efecto de
bendecir un lugar sagrado, por haber sido violado»; «acción y efecto de
confesarse, de algunas culpas ligeras u olvidadas en otra confesión que se
acaba de hacer»; o «acción y efecto de confesarse, especialmente de manera
breve o de culpas ligeras».
Desde aproximaciones
académicas son muchos los autores que han pensado y escrito sobre lo que
reconciliación puede significar, más allá de la esfera de la teología.
La reconciliación
es un proceso en el que las partes involucradas en un conflicto inician una
relación que les lleva a una comunicación con reconocimiento y sientan las
bases para un pacto tácito, espontáneo y voluntario de amistad.
La reconciliación
recupera las capacidades derivadas del perdón y la comprensión de los hechos y
restaura las capacidades afectivas. Conceptos que recuerdan las formulaciones
de Louis Kriesberg. Hablamos, en resumen, de aprender a vivir juntos otra vez Byron
Bland.
A partir de los
estudios referidos, Aureli y otros autores en un trabajo común, nos informan de
ciertas condiciones y reglas que afectan a la reconciliación:
Deben existir
relaciones individualizadas, agresión intragrupal y hostilidad post-conflicto
entre oponentes previos.
Se interpreta como
necesaria en casos de pérdidas de beneficios en la relación. Se trata de
escenarios de previsible repetición de episodios de reconciliación.
Se basa en los
beneficios de comunicar el final de la agresión o conflicto, o la voluntad de
ello, por ser más rentable que la continuación de enfrentamiento reiterado.
Se percibe como
necesaria en situaciones en las que la agresión intra-grupal erosiona
relaciones valiosas para todas las partes. Sería de esperar, en este contexto,
que se dé con más frecuencia entre individuos que mantienen relaciones que
consideran valiosas.
Es importante la labor
de distinguir entre perdón y reconciliación puesto que los matices son muy
sutiles y la finalidad de cada uno también.
El perdón es un proceso
individual, que requiere de un trabajo psicológico y moral, donde se superan
sentimientos como el resentimiento, el juicio negativo o la indiferencia hacia
quienes nos han hecho daño, y afloran sentimientos como la compasión, la
generosidad y el amor hacia el victimario.
La reconciliación supone
recobrar las relaciones, por tanto ya no es un proceso individual, implica un
acercamiento voluntario de las partes antes en conflicto, que buscan conectarse
de nuevo, sin tener que obligatoriamente perdonar al otro.
A diferencia de la
reconciliación, el perdón apela a la empatía, a la capacidad de ponerse en el
lugar del otro para que se gesten conductas proactivas y disminuyan las
agresivas. El perdón implica superar una situación, mientras que, como cita
Aureli, la función reparadora de la reconciliación no va más allá del
restablecimiento del statu quo: «para reparar una relación las reuniones
post-conflictivas no necesitan mejorar la calidad de la interacción entre los
oponentes relativa a niveles pre-conflicto».
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