HEFESTO es el dios del fuego y la forja, así como de los herreros,
los artesanos,
los escultores,
los metales y la metalurgia
en el Olimpo. Era adorado en todos los centros industriales y manufactureros de Grecia,
especialmente en Atenas.
Su equivalente aproximado en la mitología romana era Vulcano, en la japonesa Kagutsuchi,
en la egipcia Ptah y en la hindú Agni.
Hefesto era bastante feo,
y estaba lisiado y cojo. Incluso el mito dice que, al nacer, Hera lo vio tan feo que lo tiró del Olimpo y le provocó una cojera. Tanto es así,
que caminaba con la ayuda de un palo y, en algunas vasijas pintadas, sus pies
aparecen a veces del revés. En el arte, se le representa cojo, sudoroso, con la
barba desaliñada y el pecho descubierto, inclinado sobre su yunque,
a menudo trabajando en su fragua.
La apariencia física de Hefesto indica arsenicosis,
es decir, envenenamiento crónico por arsénico que provoca cojera y cáncer de
piel. El arsénico se añadía al bronce para endurecerlo y la mayoría de los
herreros de la Edad de
Bronce habrían
padecido esta enfermedad.
Hefesto era hijo de Hera, con Zeus o sin él. En la Teogonía de Hesíodo,
Hera lo concibió sola, celosa porque Zeus había dado a luz a Atenea,
que le había brotado de la cabeza. En
la Ilíada,
se afirma que Zeus fue padre de Hefesto.
La tensión entre ambas versiones era
tal que aunque en una y en otra se narra que Atenea terminó naciendo de Zeus,
en la que Hefesto era anterior se decía que había sido él quien había abierto
la cabeza del padre para liberar a la hermana, mientras que en la otra versión
se sostenía que había sido Prometeo.
De cualquier forma, en el pensamiento
griego los destinos de Atenea,
diosa de la sabiduría y la guerra, y Hefesto, dios de la forja que fabricaba
las armas de la guerra, estaban relacionados. Hefesto y Atenea Ergane
como patrona de los artesanos se honraban en una fiesta llamada Calqueas en el trigésimo día del mes Pianepsio. Hefesto también fabricó muchos
de los pertrechos de Atenea.
Hera, mortificada por haber parido tan
grotesca descendencia, no tardó en arrojarlo del Olimpo. Hefesto cayó durante nueve días y
nueve noches hasta el mar, donde, como cuenta su mismo personaje en la Ilíada,
dos diosas del mar, la nereida Tetis madre de Aquiles
y la oceánida Eurínome, lo recogieron y lo cuidaron en la
isla de Lemnos,
y allí creció hasta convertirse en un maestro artesano.
Otras versiones afirman que fue su
padre Zeus quien lo arrojó a causa de una conspiración de Hera y Hefesto para
derrocarlo, y en la Ilíada se narra que fue porque liberó a su
madre, que estaba presa con una cadena de oro entre la tierra y el cielo tras
una pelea con Zeus. Hefesto cayó
en la isla de Lemnos, y quedó lisiado con cojera.
Tras haber fabricado tronos de oro
para Zeus y otros dioses, Hefesto se vengó elaborando uno mágico de diamante que envió como regalo a Hera. Cuando
ésta se sentó en él, quedó atrapada, incapaz de levantarse. Los demás dioses
rogaron a Hefesto que volviese al Olimpo y la liberase, pero él se negó, enfadado
aún por haber sido expulsado. Intervino entonces Dionisio,
quien emborrachó a Hefesto y lo llevó de vuelta al Olimpo a lomos de una mula.
Hefesto, contrariado por la treta y dueño de la situación, impuso severas
condiciones para liberar a Hera, una de las cuales fue contraer matrimonio con Afrodita.
En el panteón olímpico,
Hefesto estaba formalmente emparejado con Afrodita, a quien nadie podía poseer.
Hefesto estaba contentísimo de haberse casado con la diosa de la hermosura y
forjó para ella magnífica joyería, entre ella un cinturón que
la hacía más irresistible aún para los hombres.
Sin embargo, Afrodita se entregaba en
secreto a Ares, el dios de la
guerra, según se narra en la Odisea.
Cuando Hefesto tuvo noticia de estos amores por Helios,
el sol, que todo lo ve, tejió una red de oro irrompible casi invisible con la
que atrapó en la cama a los amantes en uno de sus encuentros. Hesíodo cuenta que el suceso fue motivo de
gran algarabía en el Olimpo, pues Hefesto llamó a todos los demás dioses
olímpicos para que se burlaran de la pareja de amantes. Hermes,
el Argifonte,
el mensajero de los dioses comentó que no le habría importado sentir tal
vergüenza. Hefesto no quiso liberarlos hasta que prometieran terminar su
romance, y así lo hicieron, pero escaparon ambos tan pronto como levantó la red
Hefesto, y no mantuvieron su promesa.
Según algunos autores, su desgraciado
matrimonio con Afrodita fue lo que le impulsó a asaltar a Atenea cuando ésta acudió a él por nuevas
armas.
Según la Ilíada,
la forja de Hefesto estaba en el monte Olimpo. Pero
lo habitual era situarla en el corazón volcánico de la isla egea de Lemnos.
Hefesto era identificado por los griegos
con los dioses-volcanes del sur
de Italia Adranos y Vulcano. Escritores clásicos posteriores
siguieron esta idea describiendo una forja del dios en las islas volcánicas de Lipari,
cerca de Sicilia.
Los colonizadores griegos de esta isla terminarían asociando la fragua de
Hefesto con el Etna.
Hefesto fabricó muchos de los
accesorios que lucían los dioses, y se le atribuye la forja de casi todos los
objetos metálicos con poderes finamente trabajados que aparecen en la mitología
griega: el casco y las sandalias aladas de Hermes,
la égida de Zeus, el famoso cinturón de Afrodita,
la armadura de Aquiles,
las castañuelas de bronce de Heracles,
el carro de Helios,
el hombro de Pélope,
el arco y las flechas de Eros, el casco de
invisibilidad de Hades, el collar que
regaló a Harmonía y el cetro de Agamenón.
Asimismo era el forjador de los rayos de Zeus.
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