El CÓDIGO
DA VINCI es
una novela de misterio escrita por Dan Brown y publicada por primera vez por Random House en 2003(ISBN
0-385-50420-9). Se ha convertido en un superventas
mundial, con más de 80 millones de ejemplares vendidos y traducido a 44 idiomas.
Al combinar los géneros de suspense detectivesco y esoterismo
Nueva Era,
con una teoría de conspiración relativa al Santo Grial y al papel de María Magdalena en el cristianismo, la novela espoleó
el difundido interés (sobre todo en los Estados Unidos de América) por ciertas
teorías de complots «urdidos en la sombra por poderes ocultos», un fenómeno
definido por Brown como el «auge conspiranoico».
El código
Da Vinci es una novela que utiliza el mismo
personaje principal que la anterior novela del mismo autor, Ángeles y demonios (2000), que no alcanzó el éxito
editorial de ésta (otras dos novelas anteriores del mismo autor tampoco
lograron mayor repercusión).
En el libro, el Opus Dei estaría presuntamente involucrado en
una conspiración para encubrir la verdadera historia de Jesucristo,
quien se habría casado con María Magdalena y habría tenido descendientes que
llegaron a Francia,
en concreto la dinastía merovingia. La teoría expuesta
literariamente por Brown implica que el cristianismo habría vivido conscientemente dentro
de una mentira fraguada por la Iglesia católica durante los últimos dos mil años. Esto
ha despertado gran cantidad de críticas en los medios académicos por contener
errores históricos, geográficos, religiosos y culturales y por realizar
afirmaciones sobre hechos presuntamente históricos sin aportar pruebas. Estas
críticas han llevado incluso a la redacción de por lo menos diez libros que
pretenden refutar sus argumentos. Sin embargo, la parte más polémica de la
novela (la supuesta descendencia de Jesucristo y María Magdalena) no es una
invención de Brown, sino que proviene del libro Holy
Blood, Holy Grail (‘Santa
Sangre, Santo Grial’), traducido al español como El enigma
sagrado, escrito por Michael
Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln,
por el cual se entablaron algunos juicios contra Brown por un presunto plagio a
los referidos escritores. Sin embargo, Brown ganó todas las demandas.
El libro narra los intentos
de Robert Langdon, Profesor de Iconografía Religiosa
de la Universidad Harvard, para resolver el
misterioso asesinato de Jacques Saunière ocurrido en el Museo del
Louvre en París. El cuerpo de Saunière fue encontrado en el ala Denon del Louvre en la postura
del Hombre de Vitrubio (dibujo realizado por Leonardo da
Vinci) con un mensaje críptico escrito a su costado y un pentáculo dibujado
en el pecho con su propia sangre. La interpretación que realiza tanto Langdon
como la agente francesa Sophie Neveu, nieta de Saunière,
los llevan a analizar otras obras como la Mona Lisa.
El principal conflicto que presenta la novela radica alrededor de dos
misterios:
¿Qué secreto intentó proteger
Saunière?
¿Quién planeó este asesinato?
El desarrollo de la historia
requiere la solución de varios acertijos y anagramas. La solución a cada uno de
ellos se encuentra íntimamente ligada a la posible ubicación del Santo Grial y
lo relativo a una misteriosa sociedad secreta llamada el Priorato de
Sion, así como a los Caballeros
templarios. La historia también envuelve a la organización católica
del Opus Dei.
La novela es la segunda de una
trilogía en la que Robert Langdon es protagonista, Ángeles y demonios, tenía lugar en
Roma y trataba acerca de los Illuminati.
Aunque ambos libros se centran en el mismo personaje, no es necesario leerlos
en orden. El sucesor salió a la venta el 15 de septiembre de 2009 bajo el
nombre de "The Lost Symbol".
El mensaje que Saunière escribió
en el suelo del Louvre tenía como línea final «P. S. Buscar a Robert
Langdon». Por tal motivo Bezu Fache había fotografiado y borrado tales
palabras antes de la llegada de Langdon, para que éste no notara que la policía
sospechaba de él. La agente Sophie Neveu vio el mensaje completo en la oficina
de la policía y se dio cuenta que era para ella desde que su abuelo la llamaba
«Princesse Sophie» (P. S.). Por eso también supo que Langdon era inocente.
Neveu informa en secreto a Langdon conminándole a que llame al servicio de
mensajes telefónicos de Neveu y escuche el que ella le había dejado. Al
final, Robert Langdon y Sophie Neveu se
enamoran. Acuerdan encontrarse en Florencia, al igual que hizo con Vittoria
en Ángeles y demonios.
Saunière era Gran Maestre
del Priorato de Sion y por lo tanto, conocía
la ubicación de la clave, la cual lleva hacia el Santo
Grial y los documentos que estremecerían los cimientos
del Cristianismo y la Iglesia. Fue asesinado
cuando Silas, inducido por El Maestro, intenta acceder a esta información
tras haber eliminado a los miembros principales del Priorato (les senechaux). Sophie se había
desentendido de su abuelo por haberlo descubierto en un ritual sexual pagano
llamado Hieros Gamos en su castillo de Normandía,
cuando llegó por sorpresa durante unas vacaciones universitarias. Las otras
líneas del mensaje de Saunière son anagramas. La primera son los números de la
sucesión de Fibonacci, desordenados. La segunda y tercera —¡Diavole in
Dracon! ¡Límala asno! (O,
draconian devil!, Oh, lame saint!, o también, Diavoli en Dracon!, Lis anómala!)—
anagramas de «Leonardo da Vinci» y «La Mona Lisa» y llevan a
otra serie de pistas. Sobre el plexiglás protector de La Mona Lisa,
Saunière escribió el mensaje «no verdad lacra iglesias» (So Dark the con of Man) con un
rotulador de tinta invisible utilizado en los museos y que se detecta
bajo luz ultravioleta. La segunda pista es otro
anagrama para La Virgen de las Rocas, otro cuadro
de Da Vinci colgado muy cerca de allí. Detrás de esta pintura, Saunière ocultó
una llave que tenía escrita una dirección. Con ella se abre una caja fuerte en
la sucursal parisina del Banco de Depósitos de Zúrich. El número de cuenta de
Saunière es de 10 dígitos que consiste en los 8 primeros números de la sucesión de Fibonacci, concatenados en
orden creciente: 1123581321.
Las instrucciones que Saunière
reveló a Silas bajo amenaza, es en realidad una
mentira bien ensayada, diciendo que la clave está sepultada en la iglesia de Saint-Sulpice bajo el
obelisco que está en la antigua Línea Rosa (se supone que el primer meridiano
pasaba a través de París antes de ser ubicado en Greenwich. El mensaje debajo del obelisco
contiene simplemente una referencia al Libro de Job el cual dice: «Hasta
aquí llegarás, pero no más allá». Cuando Silas lo lee se da cuenta de que ha
sido engañado.
La clave es
en verdad un criptex, neologismo acuñado
por Dan Brown a partir de las palabras criptografía y codex, y presentado en la novela
como un dispositivo cilíndrico diseñado por Leonardo da Vinci para
que se pudiera transportar mensajes con seguridad. Para abrirlo, la combinación
de componentes rotatorios rotulados con las letras del abecedario debe formar
una palabra, en orden correcto. Si se abre a la fuerza, un mecanismo interno
rompe un tubo que contiene vinagre disolviendo el mensaje escrito en papiro (pero
en la realidad el vinagre no disuelve un papiro). La caja de palisandro (o palo
de rosa) en el cual está el criptex, contiene las pistas de la combinación del
criptex, escritas al revés, como lo hacía Leonardo en sus diarios. Mientras
vuelan hacia Inglaterra a bordo del jet de Sir Leigh Teabing, miembro de
la Real Academia Inglesa de Historia, erudito en el tema del Grial, Langdon
resuelve el primer enigma que resulta ser "S-O-F-I-A", la antigua (y
moderna) forma griega del nombre Sophie, que también significa ‘sabiduría’. El
criptex contiene otro más pequeño con un segundo acertijo para resolver su
combinación. Este, que menciona a un orbe que debiera estar en la tumba de un
«caballero enterrado por un papa», no se refiere a un caballero medieval, sino
a la tumba de Sir Isaac Newton, sepultado en
la Abadía de Westminster, cuyo funeral fue oficiado por Alexander Pope (A.
Pope, a pope; "un papa" en inglés). El orbe se refiere a la manzana
observada por Newton que se dice lo llevó a formular la Ley de gravitación universal y por esto la combinación del segundo
criptex es "A-P-P-L-E" (POMUM).
El Maestro es
Sir Leigh Teabing, quien descubrió las identidades de los líderes del Priorato
de Sion ocultando micrófonos en sus oficinas. Teabing había contactado con el
obispo Aringarosa, perteneciente al Opus Dei y protector de Silas,
utilizando un falso acento francés, para ocultar su identidad y lo engañó para
que financiara la búsqueda del Grial. Teabing nunca tuvo la intención de
entregárselo, simplemente aprovechó del deseo del líder del Opus Dei por
encontrar al Grial. Teabing supuso que el Priorato había roto la promesa de
revelarle al mundo la verdad acerca del Grial en el momento acordado; por eso
ideó el plan de robar los documentos del Grial y revelarlos por sí mismo al
mundo. Informó a Silas que Langdon y Sophie estaban en su castillo. No les
quitó el criptex pues quería utilizarlos para decodificarlo. Luego la policía
irrumpe en la casa, tras seguir el rastro del dispositivo GPS en un furgón que
Langdon robó para huir del banco suizo. Teabing conduce a Neveu y Langdon a la
iglesia del Temple en Londres, sabiendo que era un callejón sin salida, para
fingir un secuestro con Rémy Legaludec, su mayordomo.
Para borrar cualquier pista de su
trabajo, Teabing mata a Rémy, invitándole a coñac mezclado con polvo de
cacahuete, sabiendo que Rémy tiene una alergia mortal al mismo. Así, Rémy muere
por choque anafiláctico. Teabing avisa a la
policía, anónimamente que Silas se oculta en una casa del Opus Dei en Londres,
donde le ha recomendado que vaya.
Enfrentándose con Teabing en la Abadía de Westminster, Langdon abre en
secreto el criptex y oculta su contenido antes de destruirlo frente a él.
Teabing es detenido por la policía mientras le ruega infructuosamente a Langdon
que le diga cual era el contenido del segundo criptex y la ubicación secreta
del Grial. El inspector Fache deduce que Langdon y Neveu son inocentes después
de descubrir un equipo de espionaje en el granero de Teabing. Silas hiere por
accidente a Aringarosa en el exterior de la sede londinense del Opus Dei
mientras escapa de la policía y luego se suicida. Al caer en cuenta de su error
y que ha sido engañado por El Maestro,
Aringarosa le dice a Bezu Fache que reparta los bonos al portador que lleva en
el portafolios a las familias de los líderes asesinados del Priorato de
Sion. Tales bonos le habían sido entregados por el Secretario del Vaticano
en pago al préstamo realizado por el Opus Dei al Papa para salvar de la bancarrota a la Banca Vaticana como compensación por la decisión de la
Santa Sede de expulsar de la Iglesia Católica al Opus Dei.
El mensaje final del segundo criptex
que rezaba «Bajo la antigua Roslin, el Grial con impaciencia espera tu llegada.
Custodios y guardianes de sus puertas serán por siempre el cáliz y la espada.
Adornada por artes de maestros, ella reposa al fin en su morada y el manto que
la cubre en su descanso, no es otro que la bóveda estrellada», no se refiere a
la Capilla Rosslyn, en Edimburgo,
aunque el Grial estuvo enterrado allí una vez, en el piso debajo de la estrella
de David (los dos triángulos combinados son la «espada» y el «cáliz», símbolos
de masculinidad y femineidad).
Sophie en ese momento, recuerda que ya
había estado allí de pequeña, cuando vio a su abuelo despedirse de una mujer de
su misma edad. Entonces, Sophie va corriendo hacia la rectoría enfrente de la
capilla y se encuentra con aquella misma mujer, llorando sobre una foto de
Saunière. Era, Marie Chauvel, la abuela de Sophie y esposa de Jacques Saunière.
Ella es la mujer que participó en el ritual sexual pagano (Hieros Gamos)
junto a Jacques Saunière. Sophie, al encontrarse finalmente con su abuela,
conoce que ni el hermano de Sophie ni ella murieron (como creía que sucedió en
el mismo accidente en que perdieron a sus padres), sino que todo fue un intento
de proteger a los nietos de Saunière y de Marie Chauvel. Esta le dice a Langdon
y a Sophie que, aunque los cuatro líderes del Priorato de Sion fueron
asesinados, el secreto no se perdió, porque desde siempre, ha habido un plan de
contingencia (nunca revelado) que mantiene a la organización y a su secreto
durante todo este período, vivos. Después de que Langdon le mostrara el poema a
Chauvel, esta se mostró complacida y sorprendida ante el ingenio del Gran
Maestre y, dejando a Langdon desconcertado, se despidió del académico no sin
antes decirle que cuando se diera cuenta de lo que significaba «ojalá sepa guardar
el secreto». Langdon y Sophie finalmente se separan y la aventura del profesor
parece acabar allí.
Al final del libro, Langdon reflexiona
sobre el acertijo y de repente, recuerda los marcadores dorados en las calles
de París que señalan el lugar del antiguo meridiano. Langdon los sigue, hasta
que encuentra el techo de cristal de la pirámide invertida, observando debajo
de ella, otra de mármol más pequeña. Langdon mira hacia el cielo nocturno
recordando aquellos últimos fragmentos del poema «...el manto que la cubre en
su descanso, no es otro que la bóveda estrellada». El verdadero significado del
último mensaje es que el Grial está sepultado debajo de la pirámide pequeña (la
espada, símbolo masculino) directamente debajo de la pirámide invertida del Louvre
(el cáliz, símbolo femenino, contra el cual, irónicamente, Langdon y Sophie
estuvieron a punto de chocar cuando huían de Fache). En aquel instante, y
motivado por un profundo sentimiento de respeto, se arrodilla ante las dos
pirámides, pues, por fin, había encontrado el lugar donde finalmente
descansaban tranquilos los restos de María Magdalena, la encarnación de la divinidad
femenina excluida por la Iglesia
cristiana desde el
Emperador Constantino.
El
código Da Vinci generó
muchas críticas cuando fue publicada en 2003. Muchas de las quejas
se concentran en las especulaciones del libro y en las tergiversaciones de
aspectos centrales del cristianismo y de la historia de la Iglesia Católica. A esto se añaden otras
críticas académicas provocadas por las descripciones e información inexactos
que aparecen en el libro sobre el arte europeo,
la historia y
la arquitectura. Regino Cortes, reconocido
estudioso de las Sagradas Escrituras, señaló en El código Da Vinci errores desde el punto de vista bíblico
e irrealidades desde un punto de vista fáctico.1 Algunos
de los puntos señalados por Cortes en su libro son los siguientes:
El argumento del mantenimiento de
los herederos de Jesús ocultos por casi 2000 años con el fin de preservar una
interpretación teológica correcta de Jesús como la encarnación de Dios y la
segunda persona de la Santísima Trinidad, es calificado por Cortes como
«extravagante, por expresarlo suavemente».
La unión de Jesús y María
Magdalena no se verifica de forma alguna en las Escrituras. El forzamiento de
los escritos apócrifos –como aparece en la película- para hacer decir lo que de
forma alguna dicen es una forma sesgada de interpretar esos materiales que
desafía al sentido común. Si la idea consiste en hacer decir a la Biblia lo que
no dice, cualquier absurdo es válido.
La idea de que Jesús estuvo
casado con María Magdalena y que esa unión produjo una hija, que a su vez
mantuvo las líneas de sangre divina y real de Jesús vivas durante 2000 años a
pesar de un complot eclesiástico masivo para destruir esa «bomba teológica»,
puede resultar «excitante para algunos» y puede contribuir a hacer «un buen
teatro» pero «no contribuye a una buena historia» y menos aún a un análisis
bíblico riguroso.
Adicionalmente, el tiempo entre
Jesús y nuestros días representa un mínimo de 60 generaciones. Incluso si la
unión de Jesús y María Magdalena, que no se verifica de forma alguna en la
Biblia, hubiera dado lugar a un heredero que fuera presumiblemente mitad
divino, para el momento en que la línea hubiese atravesado 10 generaciones, la
«sangre divina» (es decir, su contribución génica) no sería mayor que 1/2.032;
en la generación 25 solo sería de 1 /66.584.576; y en la generación 60
representaría un contribución infinitesimal.
La idea de que, después de 60
generaciones, esa línea de sangre residiera en una mujer del siglo XXI y no en
cientos de miles de herederos, es evidentemente absurda a menos que en cada
generación la progenie que diera lugar a la nueva generación sobreviviente fuese
de una persona, lo cual sería bastante difícil de aceptar.
Que se especule que el portador
de la sangre divina «no puede caminar sobre el agua», pero «espera hacer mejor
la conversión del agua en vino» resulta divertido aunque completamente
desinformado. Se supone que esas dos imágenes bíblicas de Jesús son el
resultado de una interpretación literal del Nuevo Testamento, la cual ya ha
sido dejada de lado por buena parte de los estudiosos contemporáneos.
Aunque el libro es un trabajo de
la ficción, el autor comienza diciendo que «todas descripciones de obras de
arte, arquitectura, documentos, y los rituales secretos de esta novela son
veraces», cuestión que nunca justifica a partir de fuentes históricas
reconocidas. El código Da Vinci ha
generado confusión y ha llevado a muchos a cuestionar el pasado de la
cristiandad. Como consecuencia, el libro ha ofendido a los católicos y otras
comunidades cristianas, así como a los historiadores, que argumentan que Brown
ha retorcido –y a veces fabricado– la historia. La principal problemática -con
respecto al cristianismo-, consiste en presentar una visión singular de
Jesucristo, de la Iglesia Católica y de algunas de sus instituciones, como en
el caso del Opus Dei.
También los expertos en arte se
han quejado de su turbia investigación. Se han escrito más de diez libros que
reprochan las tesis del libro. A pesar de ser una obra de ficción,
algunos grupos parodiados en ella se han defendido diciendo que el libro es
inexacto e incoherente ya que, por ejemplo, en las descripciones que se
muestran de varias obras de arte como La última cena el autor parece
modificar detalles de las mismas con el propósito de darle sentido al argumento
de su obra, crítica que también realizan los expertos en historia del arte.
Brown ha recibido también
críticas respecto al estilo literario. En El código Da Vinci hay muchos personajes que reflejan los
estereotipos negativos que los norteamericanos se
han hecho de los europeos. Esto ha provocado que sean los europeos en concreto
quienes más han atacado la obra de Brown, como ya ocurrió con sus libros
anteriores (ver La fortaleza digital). Muchos
comentaristas sostienen también que el estilo de Brown es vulgar, comercial y
sin inspiración, una crítica común a las novelas de tipo thriller.
Los partidarios del libro, incluyendo
al autor, apuntan que bajo la declaración de los «hechos» del libro no se
reclama que las teorías presentadas en El código Da Vinci con respecto a los personajes de María Magdalena, Jesús de Nazaret, y lo relativo al pasado de cristiandad
sean verdaderas. Sugieren que los críticos deben recordar que el libro es una
novela de ficción. Sin embargo, esa opinión puede refutarse alegando que en
otras novelas de ficción y comerciales los autores se han documentado para no
cometer desatinos. Por ejemplo, Wilkie
Collins consultó con un abogado para escribir La Dama de
Blanco, Robin Cook consulta con médicos
especialistas para escribir sus thrillers hospitalarios, etc.
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