Jesús Arriaga conocido por el sobrenombre “CHUCHO
EL ROTO” nació en Chiautempan, Tlaxcala, 1858. Murió en Veracruz, en 1894 fue un legendario
bandido mexicano. Nació en Santa Ana Chiautempan en el estado de Tlaxcala (México)
en 1858. Su nombre original era Jesús Arriaga. Se convirtió en astuto bandido e
inmejorable estafador al no encontrar otro camino para vengarse de un
millonario que lo mandó a presidio. Se había evadido del penal de San Juan de Ulúa una de las cárceles más temidas del
porfiriato, en el año de 1885. El penal estaba en
el islote del mismo nombre, frente a la ciudad y puerto de Veracruz.
Hoy es un museo.
Es el doctor Román Saldaña Oropeza,
quien lo señala como nacido en Chiautempan hacia el año de 1858 del linaje del
presbítero y bachiller don Pedro de Arriaga quien ciertamente fungió como cura
párroco de esta ciudad en los años de 1836 y 1850. Esto lo llevó a
radicar aquí por muchos años con su familia, habiéndose casado en esta ciudad
una de sus hermanas que según estas referencias más tarde fue la madre de
nuestro referido. Se ha agregado además que su nacimiento se dio en el barrio
de la Cuenda que se ubicó sobre la calle del Gallito, hoy mejor conocida como
Manuel Saldaña Norte, o bien en casas contiguas a esta. Se dice que vivió junto
con su hermana en la avenida México-Tacuba cerca del antiguo Colegio Militar,
incluso hay todavía un pequeño nicho en la vecindad donde vivió.
Se asegura que su cautiverio se debió
a la venganza de don Diego del Frizac, un
millonario de origen francés, tío de una agraciada joven noble que se enamoró
de Jesús, quien era en ese entonces un pobre y honrado carpintero. Matilde del Frizac y él procrearon una hermosa niña a
quien pusieron por nombre María de los Dolores, Lolita.
Al descubrirse el hecho Jesús fue
humillado y amenazado por los parientes de la muchacha, y finalmente rechazado
por esta, por temor a su tío. Entonces Chucho decidió robarse a su hija, y este
fue el motivo para encarcelarlo, primero en la penitenciaria de la Ciudad de
México, cárcel llamada Los Arcos de Belén, de
donde fue trasladado finalmente a San Juan de Ulúa, una de las cárceles más
temibles del porfiriato, aún a pesar de haber devuelto a la criatura.
Las estafas de Jesús Arriaga llegaron
a ser famosas y a sorprender a mexicanos y extranjeros, por ser un astuto e
inteligente ladrón quien, sin embargo, usaba la mayor parte de lo robado para
socorrer a los necesitados. Las autoridades del porfiriato no podían aprehenderlos a él y a su
banda, a pesar de realizar sus atracos en la Ciudad de México.
Era conocido con el sobrenombre de
“Chucho el Roto” porque para llevar a cabo sus estafas acostumbraba vestir con
suma elegancia, al estilo de los adinerados de esos tiempos, en pleno
porfiriato, los llamados rotos elegantes o catrines. A lo
largo de casi diez años y en compañía de sus secuaces, apodados “La Changa”,
“El Rorro”, “Juan Palomo” y “Lebrija”, robó y estafó, pero asimismo luchó en
favor de los desposeídos, convirtiéndose en uno de los ídolos más queridos del
pueblo, ya que robaba a los ricos para ayudar a los pobres.
A todo esto se agrega la versión de Ricardo Alva, escritor
oriundo de Apizaco,
quién nos relata de manera un tanto novelada que el propio Jesús Arriaga en una
ocasión afirmó ser oriundo de Chiautempan,
cuyo pueblo visitó muchas veces en compañía de sus amigos, y que si alguna vez
había asegurado ser de otro Estado lo había hecho como una estrategia para
evitar que se les causara daño a su madre y sus hermanas. Cuentan varios
vecinos que lo llegaron a ver en un carruaje siempre cerca de las colonias Tacuba, Popotla,
Tlaxpana y Anáhuac, saludando siempre con la cortesía que se le daba.
Años después fue apresado en las Cumbres de
Maltrata, estado de Veracruz, en el que se supone fue su último
atraco. Se asegura fue conducido nuevamente al penal de San Juan de Ulúa, mismo
de donde había escapado nueve años atrás, introduciéndose en una cuba (barril
que hacía las veces de un sanitario). Se comenta que cuando nuevamente intentó
escapar, fue traicionado por un compañero de celda apodado “Bruno".
Herido de bala, fue recapturado, y al
pasar por la plaza principal de la fortaleza, el coronel Federico Hinojosa,
director del penal ordenó: -¡Que le den doscientos latigazos a ese desgraciado!
Con mucho orgullo, Chucho el Roto
contestó: -No puede ser desgraciado el que roba para aliviar el infortunio de
los desventurados.
El director dijo: -¡Denle trescientos!
Entonces fue trasladado a una celda de
castigo conocida como El Limbo en el mismo penal, en donde un verdugo
apodado “El Boa” cumplió la orden. Para ello, se dice, el verdugo recibió
previamente mil doscientos pesos-oro de manos de Matilde del Frizac, la madre
de Lolita, con el fin de evitar que Jesús muriera en el acto, pues el verdugo
sabía cómo golpear.
Del Limbo lo llevaron a la enfermería del hospital
más antiguo de Veracruz, el “Marqués de Montes”, donde oficialmente murió el 25
de marzo de 1894, a los treinta y seis años de edad. El cuerpo fue recibido por
Matilde de Frizac, Lupe, hermana de Jesús, y Lolita, su hija. El féretro fue
custodiado por guardias contratados por Matilde y trasladado por ferrocarril a
la Ciudad de México para que se le diera cristiana sepultura. Las tres mujeres,
acompañadas por un marqués austriaco, de nombre desconocido y prometido de
Matilde de Frizac, abordaron un vapor que las llevaría a Europa.
En cuanto a los restos de Jesús
Arriaga, cuentan que cuando abrieron el féretro en la capital este estaba lleno
de piedras, así que no se pudo saber más de él.
Sin embargo, en la Ciudad de México,
en el Panteón del Tepeyac, en la Villa de Guadalupe,
se encuentra la tumba de la que fuera su hija Lolita, cuyo nombre verdadero fue
Dolores Arriaga del Frizac.
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