La AMALGAMA es un material de restauración
utilizado en odontología,
con frecuencia se utiliza para restaurar dientes con caries y resulta de la
aleación del mercurio con
otros metales, como plata, estaño, cobre, zinc u oro y otras clases de metales.
En odontología, se habla más
concretamente de "amalgama de plata", para referirse a la aleación utilizada para obturar las cavidades
que aparecen como consecuencia de las caries y así restablecer la función masticatoria y devolver estabilidad mediante la
reposición con este material de los tejidos perdidos. La amalgama se colocará
en alguna de las cavidades de Black según el tipo de lesión que haya que
obturar. Éstas son siempre retentivas ya que la amalgama no se adhiere al
tejido dentario.
Las principales ventajas de la
amalgama dental respecto a los empastes de composite son su larga durabilidad y su bajo
coste. Sus desventajas son el color plateado, poco estético para los pacientes
y la cantidad de tejido dentario que hay que extraer para su uso. También
producen un aumento en la exposición a mercurio tanto en quienes las portan como en los odontólogos y sus
asistentes. Como consecuencia de
la cremación de cadáveres, las amalgamas dentales son causa de una parte
importante de las emisiones de mercurio a la atmósfera, y producen residuos
contaminantes en el aire, la basura y los desagües de las consultas de
odontología. Los residuos inducen envenenamiento por mercurio debido a su bioacumulación.
Su uso está prohibido desde el año
2008 en Suecia, Noruega y Dinamarca y
está restringido en otros países para algunos grupos de población. Se estudia
su prohibición en toda la Unión Europea debido al impacto que tienen sobre el medio
ambiente.
Las amalgamas dentales se
comercializan en distintas formas. En un formato típico, una amalgama dental se
encuentra en una cápsula pre dosificada que contiene 400 mg de polvo de
aleación y 350-420 mg de mercurio metálico. Ambos materiales se encuentran
separados en el interior de la cápsula. Cuando esta se presiona entran en
contacto, y mediante una máquina llamada amalgamador, que produce una vibración
rápida y uniforme, se mezclan. A este proceso se le conoce como amalgamación.
El proceso de amalgamación da lugar a la amalgama, un material dúctil que puede
ser moldeado en el interior de las cavidades de Black de modo que tome la forma
adecuada para su retención.
También es posible realizar esta
mezcla de manera manual, como se empezó haciendo en sus orígenes. Siguiendo
este procedimiento las cantidades de aleación y de mercurio se toman de manera
aproximada y se mezclan manualmente en una cubeta. Esta forma de preparación
hace que muy a menudo no se cumplan las especificaciones del fabricante, y que el personal odontológico sufra
una mayor exposición a los vapores de mercurio, que a lo largo de años puede ser
perjudicial.
En 1991 la
Organización Mundial de la Salud determinó que las amalgamas dentales son la
principal fuente de exposición a mercurio para
la población general. Una
amalgama dental suele contener entre 120 y 570 mg de este elemento. Este mercurio se libera muy lentamente
en la cavidad oral en forma de vapores de mercurio y de iones en
la saliva. Las medidas intraorales muestran que en circunstancias normales una
persona con amalgamas dentales se expone a través de ellas a una dosis de entre
2.4 y 17 µg/día. El
mercurio en la orina muestra dosis similares, de entre 4 y 20 µg/día. Sin embargo, se han registrado casos
en los que la dosis procedente de amalgamas era de 100 µg/día. Durante su puesta y extracción se
producen las dosis más elevadas, por
lo que para estas operaciones se ha propuesto el uso de un suministro de aire
limpio por vía nasal, dique de goma y succionador de aire para evitar la
exposición del paciente, así como máscaras con filtro de mercurio para el
odontólogo y su asistente. Algunas
personas con síntomas variados y de tipo mental en mayor medida atribuibles a
un envenenamiento por mercurio, experimentan mejoría tras las extracción de sus
empastes de amalgama.
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