A fines de septiembre de 1997, la octogenaria
señora Lidia Gómez, natural del pueblito de Punitaqui, en el norte de Chile,
tuvo durante varias noches consecutivas un sueño
recurrente. Su vieja casa de adobe, junto
a la mayoría de las viviendas de las cuadras aledañas, se venía abajo,
destrozando con gran estrépito casi todos los enseres que había dentro de ella.
Aunque sorprendida por lo vívido de las imágenes y la sensación de inquietud
que las mismas le causaban, la señora Lidia prefirió no darles mayor
importancia. Sin embargo, dos semanas más tarde, el 14 de octubre para ser más
exactos, un gran terremoto grado 7.1 en la escala de Richter remeció a todo Punitaqui,
derrumbando a la mayoría de las centenarias casas de esa comuna de la Cuarta
Región. La casa de la señora Lidia, por cierto, quedó hecha escombros.
Otros célebres ejemplos de premonición abundan en la historia. Abraham Lincoln, el presidente
de los Estados Unidos que abolió la esclavitud, soñó reiteradamente que entraba
en el cuarto oriental de la Casa Blanca, donde veía un cadáver amortajado y
custodiado por varios soldados. Tras preguntar a un soldado quién era el
muerto, éste le respondió que el Presidente había sido asesinado. Lincoln no
sospechaba que días más tarde – el 14 de abril de 1865- iba a ser asesinado por
un secesionista de un disparo en la nuca.
Las premoniciones por lo general se manifiestan en
forma de sueños, visiones o imágenes mentales, sensaciones e incluso sonidos y
ocurren en la mayoría de los casos en forma espontánea y abrupta,
independientemente de la voluntad de la persona que la experimenta. Pero han
sido rechazadas por los escépticos y la comunidad científica y se han
transformado en un fenómeno psíquico controvertido.
Los espiritualistas han intentado desentrañarlas y
estiman que el aviso premonitorio podría proceder de una fuente inteligente
externa (Dios, un espíritu, fuerzas sobrenaturales benévolas) que quiere
prevenir al sujeto de algo, mientras que en los campos de la psicología y la
parapsicología la premonición se considera sólo como una forma de
autosugestión, una proyección intuitiva, una coincidencia o una suerte de auto profecía
cumplida.
Otras dimensiones:
Otros prefieren aventurar otras teorías para
explicarlas. Si físicos y matemáticos aceptan que, fuera de las tres
dimensiones conocidas, puede haber otras dimensiones posibles, no sería
descabellado razonar que entre nosotros puedan existir seres más sensibles o
multidimensionales que puedan asomarse al futuro a través de estas
premoniciones. Personas susceptibles que pueden avizorar una cuarta o quinta
dimensión, donde el tiempo no existe y el pasado, presente y futuro carecen de
fronteras.
Lo cierto es que no cualquiera puede experimentar
una premonición. Los que poseen un nivel mental o espiritual elevado o
diferente parecerían estar mejor dotados para experimentar estos sorprendentes
“avisos” sobre el devenir de nuestro futuro, especialmente si éstos vienen en
forma de sueños.
J.
W. Dunne, célebre ingeniero inglés y pionero de la aviación
británica, ya aseguraba que los sueños eran una especie de telescopio
espacio-temporal que las personas podían aprender a utilizar; este telescopio,
según el británico, aproximaría las imágenes del tiempo como nuestros
telescopios actuales acercan las imágenes del espacio.
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