Dédalo era el arquitecto, artesano e
inventor muy hábil que vivía en Atenas. Aprendió su arte de la misma diosa
Atenea. Era famoso por construir el laberinto de Creta e inventar naves que
navegaban bajo el mar. Se casó con una mujer de Creta, Ariadna y tuvo dos hijos
llamados Ícaro y Yápige.
Su sobrino Talos era su discípulo,
gozaba del don de la creación, era la clase de hijo con que Dédalo soñaba. Pero
pronto resultó mas inteligente que el mismo Dédalo, porque con solo doce años
de edad invento la sierra, inspirándose en la espina de los peces; sintió mucha
envidia de él tras compararlo con su hijo.
Una noche subieron el tejado y desde
allí; divisando Atenas, veían las aves e imaginaban distintos mecanismos para
volar. Ícaro se marchó cansado, y después de engañar Dédalo a Talos, lo mató
empujándole desde lo alto del tejado de la Acrópolis. Al darse cuenta del gran
error que había cometido, para evitar ser castigado por los atenienses, huyeron
a la isla de Creta, donde el rey Minos los recibió muy amistosamente y les
encargaron muchos trabajos.
El rey Minos, que había ofendido al
rey Poseidón, recibió como venganza que la reina Pasifae, su esposa, se
enamorara de un toro. Fruto de este amor nació el Minotauro, un monstruo mitad
hombre y mitad toro.
Durante la estancia de Dédalo e Ícaro
en Creta, el rey Minos les reveló que tenía que encerrar al Minotauro. Para
encerrarlo, Minos ordenó a Dédalo construir un laberinto formado por muchísimos
pasadizos dispuestos de una forma tan complicada que era imposible encontrar la
salida. Pero Minos, para que nadie supiera como salir de él, encerró también a
Dédalo y a su hijo Ícaro.
Estuvieron allí encerrados durante
mucho tiempo. Desesperados por salir, se le ocurrió a Dédalo la idea de
fabricar unas alas, con plumas de pájaros y cera de abejas, con las que podrían
escapar volando del laberinto de Creta.
Antes de salir, Dédalo le advirtió a
su hijo Ícaro que no volara demasiado alto, porque si se acercaba al Sol, la
cera de sus alas se derretiría y tampoco demasiado bajo porque las alas se les
mojarían, y se harían demasiado pesadas para poder volar.
Empezaron el viaje y al principio
Ícaro obedeció sus consejos, volaba al lado suyo, pero después empezó a volar
cada vez más alto y olvidándose de los consejos de su padre, se acercó tanto al
Sol que se derritió la cera que sujetaba las plumas de sus alas, cayó al
mar y se ahogó. Dédalo recogió a su hijo y lo enterró en una pequeña isla que
mas tarde recibió el nombre de Icaria.
Después de la muerte de Ícaro, Dédalo llegó a la isla de Sicilia, donde
vivió hasta su muerte en la corte del rey Cócalo.
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