Según
el cristianismo,
el DIABLO es un ser sobrenatural maligno, y tentador de los hombres; en el Nuevo Testamento se
identifica a este ser con el Satán hebreo del libro de Job,
con el Diablo del Evangelio de Mateo, con la serpiente del Génesis y con el gran dragón del Apocalipsis,
todos como un solo personaje.
Algunas
corrientes de brujería moderna consideran que la figura del
Diablo se ha tomado de la figura del dios pagano de los brujos, asimilada a Satán en los primeros siglos del
cristianismo. Pero son rigurosos al establecer que no existe ninguna relación
fuera de la etimológica entre su Diablo también llamado Divell y el Diablo cristiano. Gerald
Gardner, el fundador de la Wicca, hace mención de
este Divell convertido en Diablo en su libro Witchcraft today, como una forma
mitológica del antiguo dios europeo de la Naturaleza. Desde el punto de vista del Satanismo
laveyano no es una
deidad, sino una representación de los instintos carnales.
La primera vez que aparece mentada la palabra diabolo en castellano es en las Glosas emilianenses del siglo
X en una glosa marginal
que dice: "Elo tercero diabolo". En los siglos siguientes de la Edad Media diabolo/diablo tiene un uso más extendido que su
sinónimo demonio, aunque lo usa Gonzalo de Berceo con
el significado de geniecillo o espíritu travieso y divinidad inferior.
Precisamente es Berceo quien relata a principios del siglo XIII la leyenda
griega de Teófilo en
forma de clérigo judío que para alcanzar un mayor grado eclesiástico hace un
pacto con Satán —que
recibe los calificativos de "falso ángel", "sutil
adversario", "mortal enemigo", "cativa bestia" y
"maestro savidor"— aunque interviene la Virgen María que
se apodera del papel que Teófilo había firmado. Referencias al diabolo/diablo aparecen en el Libro de Apolonio, en el Libro de buen amor del arcipreste de Hita —que
también recoge la leyenda de Teófilo— y en el Conde Lucanor del infante don Juan Manuel.
Los
nombres más comunes o conocidos con que se nombra al diablo en la Biblia son: Lucifer, Satanás, Belial, Samael, «antigua serpiente», «gran dragón»,
«Jaldabaoth», «el dios negro», «el dios de este siglo» y «el padre de la
mentira». En la República Dominicana y al resto de América
Latina, se ha adoptado algunos sinónimos como son: Diale, Diantre y
Diache.
Es quien crea
y dirige a la Bestia, estructura de poder imperial. El número del diablo,
considerado la marca de la bestia, es el seiscientos sesenta y
seis 666.
En cambio en
el budismo,
se le conoce como mara,
quien intentó evitar que el Buda Siddhartha
Gautama alcanzara la
iluminación y destruyera el Ego.
En el hinduismo,
se le conoce como lama o Yama, como es el dios de la muerte,
el señor de los espíritus de los muertos y guardián del inframundo.
En las
culturas andinas, en los Departamentos de Oruro y Potosí en Bolivia,
los mineros lo conocen como el tío d la mina. Esta representado con la imagen
del diablo, según sus creencias, es el guardián de las minas y su imagen es
venerado por los mineros con ofrendas similar a los santos, aunque nada que ver
con rituales satánicos. Según la fe de los mineros hacia el tío, es para que no
les falten las riquezas.
La chicua en
la llanura amazónica del Perú, según la mitología
amazónica, es considerado un maligno “diablo” enviado por algún brujo malero, o
uno de estos brujos que busca vengarse de alguien. Cuando canta cerca de una
casa la gente se pregunta a quién habrá venido a buscar ese maldito pájaro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario