Un CIRCO es un espectáculo artístico,
normalmente itinerante, que puede incluir a acróbatas,
contorsionistas, equilibristas, escapistas, forzudos,
hombres bala,
magos, malabaristas, mimos, mono
ciclistas, payasos, titiriteros, traga fuegos,
tragasables, trapecistas, ventrílocuos, zanqueros, adiestradores
de animales y otros artistas. Es presentado en el interior de una gran carpa que cuenta con pistas y galerías de
asientos para el público. Las pistas de los circos suelen ser áreas circulares
donde se presentan las funciones; por consiguiente, el circo de tres pistas es
considerado más atractivo por la variedad de espectáculos que se disfrutan al
mismo tiempo.
En la actualidad existen circos
estables y fijos geográficamente, y algunos de éstos no poseen actos que
incluyan animales, pero en muchas ocasiones el circo continúa con su carácter
pasajero, lo cual puede ser anunciado por un desfile,
avisando que el circo va llegando al poblado.
Hoy en día las artes circenses no son
únicas de las pistas del circo, sino que también son empleos y subempleos
desempeñados en otros lugares, dígase en las avenidas de una ciudad.
En Argentina se dio una variante de este género
artístico, denominada «circo criollo». Surgida entre 1840 y 1866 en
los alrededores de la ciudad de Buenos Aires,
difundió principalmente el género gauchesco a través de danzas y canciones.
El circo representa una importante
parte de la cultura humana, una noble empresa construida a lo largo de muchos
siglos, prácticamente desde que el hombre empezó su cultura.
Antes de continuar, conviene mencionar
que la acrobacia,
así como el malabarismo, el contorsionismo,
y otras prácticas corporales que actualmente se asocian al universo circense,
son expresiones humanas (prácticas) anteriores a los propios conceptos de
«circo» o de «artes del circo»
La historia del circo se remonta al
legado cultural dejado por algunas de las civilizaciones antiguas, desde el lejano
oriente (China, Mongolia, India, etc.), hasta el occidente próximo (Grecia, Roma,
Egipto, etc.). En estas sociedades, aproximadamente 3.000 años atrás, algunas
de las actividades que hoy relacionamos como parte del contenido circense, como
la acrobacia, el contorsionismo o el equilibrismo,
tenían una utilidad altamente relacionada con la preparación de guerreros, con
los rituales religiosos y con las prácticas festivas.
De acuerdo con los antropólogos
Blanchard y Cheska (1986: 67), la práctica de la acrobacia se remonta a la cultura
mesopotámica, con un pasado de más de 3000 años. En ese momento,
según estos autores, el acróbata competía «consigo mismo, con las fuerzas de la
naturaleza y con sus propios compañeros de tribu»
Paralelamente en China,
el «arte acrobático», o simplemente la acrobacia, «tiene una historia
milenaria», superior a los 2000 años, conforme prueban los hallazgos arqueológicos.
Según los apuntes de David Marfil(2004), unas
de las pruebas más antiguas de la existencia del circo es un grafiti encontrado en Egipto en la tumba de Ben Hassan con fecha aproximada de 2040 a. C.
Tal y como señalan De Blas y Mateu, en
el antiguo oriente (3.000 años atrás aprox.), los malabaristas y acróbatas ya
viajaban juntos en troupes, utilizando todo tipo de
objetos, tales como armas (instrumentos típicos de las artes
marciales), juguetes infantiles (diábolo, bastón del diablo), utensilios domésticos
(jarrones de porcelana), que lanzaban y recibían con diferentes partes del
cuerpo, por ejemplo.
Por otro lado, en Grecia,
los gladiadores en su búsqueda particular por
demostrar gran fuerza, realizaban juegos malabares con objetos de gran porte
(en su mayoría pesados), como las ruedas de los carros, por ejemplo. En la cultura
griega, y en otras del mismo período, las mujeres también
«malabareaban», como se puede apreciar en algunas ánforas y jarrones griegos o en los grabados
de las tumbas egipcias. Además, en otras civilizaciones antiguas, como la China
y otras de la América Central y del Pacífico Sur,
las mujeres también participaban de este tipo de actividades, como bien ilustra
el famoso caso de las islas Tonga (Pacífico Sur), donde las niñas
(solamente mujeres) hacían, y todavía hacen, malabarismos con grandes nueces
denominadas tui tui, y donde el éxito de su acto
malabarístico tiene consecuencias sociales importantes, respecto al matrimonio,
a las posibilidades de ascensión social, etc. Con los primeros viajes a América llegaron noticias de las costumbres
aborígenes, como en el caso de los Aztecas,
especializados en el antipodismo (malabares con los pies), y los Shoshoni del Sur de California,
donde los malabares hacían parte de los juegos de los niños como por ejemplo en
carreras de velocidad mientras manipulaban tres pelotas.
Con todo, fueron los romanos que en la antigüedad dieron el nombre
«circo» a las actividades de entretenimiento,
o mejor dicho, a los espectáculos públicos. Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua,
el circo era «el lugar reservado entre los romanos para algunos espectáculos,
especialmente para las carreras de carros y caballos. Tenía comúnmente forma de
paralelogramo prolongado, redondeado en uno de sus extremos, con gradas
alrededor para los espectadores». Además de las carreras, en el circo romano,
los desafíos concentraban los duelos de vida y muerte, entre hombres y
animales, un concepto parecido al que tenemos en la actualidad las corridas de
toros.
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