sábado, 23 de abril de 2016

ANAFRE



Un ANAFRE o anafe era un hornillo fabricado en barro o en metal, pensado para contener las brasas o ascuas que calentaban la olla, cazuela o sartén que contuviese los alimentos, conservándolos calientes. Una de sus propiedades era la de ser móvil y transportable.

Morfológicamente es una pieza parabólica o troncocónica invertida, con dos asas, una base plana, y una característica abertura lateral, a modo de boca de horno de panadero.

Los anafres o anafes de cerámica, según el modelo, pueden disponer de una división horizontal o carecer de ella; caso de tenerla, el espacio superior se llama brasero, sirve de soporte al recipiente que contenga la comida y tiene perforaciones en el suelo y las paredes. El espacio o departamento inferior del anafre se llama cenicero.


Es curioso el fenómeno emigratorio de las palabras. «Anafe» y «albóndiga» emprenden el camino por la costa africana del Mediterráneo hacia occidente, se asientan en España, son incorporadas al idioma castellano y, ya cristianizadas, embarcan para América, cruzan el charco y se desparraman por los valles y cuencas de este continente. Ellas suben las alturas más bravías, penetran en los bosques más tupidos y las oímos hoy en la choza más humilde del rincón más apartado, en labios de origen azteca.  

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