Un TORNADO es una masa de aire con alta velocidad
angular; su extremo inferior está en contacto con la superficie de la Tierra y el superior con una nube cumulonimbos o, excepcionalmente, con la base de
una nube cúmulos.
Se trata del fenómeno atmosférico ciclónico de mayor densidad energética de la
Tierra, aunque de poca extensión y de corta duración desde segundos hasta más
de una hora.
Los tornados se presentan en
diferentes tamaños y formas pero generalmente tienen la forma de una nube embudo,
cuyo extremo más angosto toca el suelo y suele estar rodeado por una nube de desechos
y polvo, al menos, en sus
primeros instantes. La mayoría de los tornados cuentan con vientos que llegan a
velocidades de entre 65 y 180 km/h, miden aproximadamente
75 metros de ancho y se trasladan varios kilómetros antes de desaparecer. Los más extremos
pueden tener vientos con velocidades que pueden girar a 450
km/h o más, medir hasta 2 km de ancho y permanecer tocando el suelo a lo largo
de más de 100 km de recorrido.
Entre los diferentes tipos de tornados
están las trombas terrestres, los tornados de vórtices múltiples y las trombas
marinas. Éstas últimas se forman sobre cuerpos de agua, conectándose
a cúmulos y nubes de tormenta de mayor tamaño, pero se les considera tornados
porque presentan características similares a los que se forman en tierra, como
su corriente de aire en rotación en forma de embudo. Las trombas marinas por lo
general son clasificadas como tornados no-súper que se forman sobre cuerpos de agua. Estas columnas de aire frecuentemente
se generan en áreas intertropicales cercanas a los trópicos o en las áreas
continentales de las latitudes subtropicales de las zonas templadas, y son
menos comunes en latitudes
mayores, cercanas a los polos o en las latitudes bajas, próximas al ecuador
terrestre. Otros fenómenos
similares a los tornados que existen en la naturaleza incluyen al gustnado y los remolinos de polvo, de fuego y de vapor.
Los tornados son detectados a través
de radares de impulsos Doppler, así como
visualmente por los cazadores de tormentas. Se
les ha observado en todos los continentes excepto en la Antártida.
No obstante, la gran mayoría de los tornados del mundo se producen en la región estadounidense conocida como Tornado Alley y es seguida por el Pasillo de los Tornados que afecta el noroeste, centro y sur
de Argentina,
sudoeste de Brasil,
y sur de Paraguay y Uruguay,
en Sudamérica. También ocurren ocasionalmente en el
centro-sur y este de Asia, sur de África,
noroeste y sudeste de Europa,
oeste y sudeste de Australia y en Nueva Zelanda.
Existen varias escalas diferentes para
clasificar la fuerza de los tornados. La escala Fujita-Pearson los evalúa según el daño causado, y ha
sido reemplazada en algunos países por la escala Fujita mejorada, una versión actualizada
de la anterior. Un tornado F0 o EF0, la categoría más débil, causa daño a
árboles pero no a estructuras. Un tornado F5 o EF5, la categoría más fuerte,
arranca edificios de sus cimientos y puede producir deformaciones estructurales
significativas en rascacielos. La escala TORRO va del T0 para tornados extremadamente
débiles al T11 para los tornados más fuertes que se conocen. También pueden analizarse datos
obtenidos de radares Doppler y patrones de circulación dejados en el suelo marcas cicloidales
y usarse fotogrametría para
determinar su intensidad y asignar un rango
Un tornado
se define en el Glossary of Meteorology como
«una columna de aire que gira violentamente sobre si misma, estando en contacto
con el suelo, ya sea colgando de o debajo de una nube cumuliforme, y
frecuentemente (pero no siempre) visible como una nube embudo...». En la
práctica, para que un vórtice sea clasificado como un
tornado, debe tener contacto tanto con el suelo como con la base de la nube.
Sin embargo, los científicos aún no han formulado una definición completa del
término; por ejemplo, hay desacuerdos respecto a si múltiples puntos de
contacto con el suelo provenientes del mismo embudo constituyen diferentes tornados. El término «tornado» se refiere además
al vórtice de viento, no a la nube de condensación.
Un tornado no necesariamente es
visible; sin embargo, la baja presión atmosférica que hay en su interior y que provoca
la alta velocidad del viento —de acuerdo con el principio de Bernoulli—, así como su
rápida rotación (debido al equilibrio ciclostrófico) generalmente
causan que el vapor de agua en
el aire se vuelva visible al condensarse en forma de gotas de agua, tomando la
forma de una nube embudo o un embudo de condensación. Cuando una nube embudo se extiende por
lo menos a la mitad de la distancia entre el suelo y la base de la nube —que
suele ser de menos de dos kilómetros—, se
le considera un tornado.
Hay ciertos desacuerdos sobre la
definición de «nube embudo» y «embudo de condensación». De acuerdo con el Glossary
of Meteorology, una nube embudo es cualquier nube en rotación que cuelga
de una cúmulus o una cumulonimbus,
y por lo tanto la mayor parte de los tornados quedan incluidos bajo esta
definición. Entre muchos meteorólogos,
una nube embudo se define estrictamente como una nube en rotación no asociada
con fuertes vientos en la superficie, y un «embudo de condensación» es un término
utilizado para cualquier nube que esté girando debajo de una nube cumuliforme.
Los tornados con frecuencia comienzan
siendo nubes embudo sin fuertes vientos en la superficie, no obstante, no todas
ellas se terminan convirtiendo en un tornado. De cualquier forma, muchos
tornados son precedidos por una nube embudo. La mayor parte de ellos producen
fuertes vientos en la superficie, mientras el embudo visible sigue estando apartado
del suelo, por lo que es difícil distinguir la diferencia entre una nube embudo
y un tornado a la distancia.
La mayoría de los tornados adoptan la
forma de un estrecho embudo,
de unos pocos cientos de metros de ancho, con una pequeña nube expansiva de
desechos cerca del suelo, al menos, en su etapa inicial. Los tornados pueden
quedar obscurecidos completamente por lluvia o polvo, y si es así, son
particularmente peligrosos, puesto que incluso los meteorólogos experimentados
podrían no verlos.
Los tornados, no obstante, se pueden
manifestar de muchas formas y tamaños. Las pequeñas y relativamente débiles
trombas terrestres, por ejemplo, no pueden verse más que como un pequeño
torbellino de polvo sobre el suelo. Aunque el embudo de condensación puede no
extenderse desde el suelo, si los vientos asociados en la superficie superan los
64 km/h, la circulación es considerada un tornado. Un tornado con una forma casi
cilíndrica y altura relativamente baja en ocasiones es llamado en inglés stovepipe
tornado (literalmente,
«tornado conducto de estufa»). Tornados
grandes con un solo vórtice pueden verse como enormes cuñas enterradas
en la tierra, y por lo tanto se les conoce como «tornados en cuña». Uno de estos tornados puede ser tan
ancho que parezca ser un grupo de nubes oscuras, siendo incluso más ancho que
la distancia entre la base de la nube y el suelo. Aún observadores de tormentas
experimentados pueden tener dificultades para diferenciar un tornado en cuña y
una nube baja a la distancia. Muchos de los tornados más grandes, aunque no
todos, son en cuña.
Los
tornados pueden ser de una gran variedad de colores, dependiendo del ambiente
en el que se formen. Aquellos que se desarrollan en un entorno seco pueden ser
prácticamente invisibles, apenas distinguibles sólo gracias a los desechos en
circulación en la base del embudo. Los embudos de condensación que levantan
pocos desechos o no los levantan pueden ser grises o blancos. Al viajar por
encima de un cuerpo de agua, como lo hacen las trombas marinas, pueden volverse
muy blancos o hasta azules. Los embudos que se mueven lentamente, consumiendo
grandes cantidades de desechos y tierra, generalmente son más oscuros, tomando
el color de los desechos. Por su parte, los tornados en las Grandes Llanuras pueden volverse rojos
debido al tinte rojizo de la tierra, y los tornados en zonas montañosas pueden
viajar sobre terrenos cubiertos de nieve, volviéndose de un
blanco brillante.
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