El sábado once de marzo de 1972 los principales
diarios mexicanos destacaban la funesta noticia en primera plana. “Se
Mató Zovek” o “Al final venció la Muerte” fueron algunos de los destacados titulares. El día
anterior el escapista había anunciado su presencia en una función benéfica.
Creo necesario acudir, de nuevo, al periódico La Jornada y la estupenda
narración que de los hechos publicó en marzo de 1998, celebrando (es un decir)
el veinticinco aniversario del funesto suceso:
Más de cuatro mil personas se habían
reunido aquella la tarde del 10 de marzo de 1972 en la Plaza de la Cruz de
Cuautitlán. Casi eran las 6 de la tarde. Todos esperaban la espectacular
llegada del Increíble Profesor Zovek, quien descendería por una cuerda que
colgaba de un helicóptero. La presentación tenía por objeto ayudar a un amigo,
propietario del Circo de los
Hermanos Suárez, que había sufrido la pérdida de su carpa.
De pronto el helicóptero apareció en el
aire, se ubicó a casi diez metros de altura, tal como se había planeado, pero cuando
Zovek estaba descendiendo por la cuerda, el piloto Javier Merino Arroyo se elevó y empezó a dar vueltas, a una
altura aproximada de 30 metros. Colgado de la cuerda, Zovek se balanceaba
peligrosamente.
El personal del circo, desconcertado ante lo que sucedía, advertía al piloto. Merino Arroyo, extrañamente, no hizo caso de estas indicaciones. Súbitamente, después de estar suspendido y aferrado a la cuerda por un momento, Zovek se resbaló y cayó en la parte posterior de la fábrica Dispositivos Electrónicos.
El personal del circo, desconcertado ante lo que sucedía, advertía al piloto. Merino Arroyo, extrañamente, no hizo caso de estas indicaciones. Súbitamente, después de estar suspendido y aferrado a la cuerda por un momento, Zovek se resbaló y cayó en la parte posterior de la fábrica Dispositivos Electrónicos.
Testimonios de un testigo, publicados
por diversos medios impresos de la época, señalaban que extrañamente cuando
Zovek empezó a descender por la cuerda que pendía del helicóptero, la aeronave
comenzó a elevarse. Arriba dio cuatro vueltas. Cuando comenzaba la quinta,
Zovek ya estaba hasta el extremo de la cuerda. Fue entonces cuando se
desprendió. El mismo testigo añadió: “El
helicóptero descendió cerca del sitio donde cayó el profesor Zovek, cuando
llegó la policía se elevó y se perdió de vista”.
Esto lo confirmó su hija, Diana,
quien asegura: “No llegamos al lugar
donde cayó porque estaba alambrado, pero vimos cómo bajó a piso el helicóptero,
a escasos cinco metros de mi papá. Vimos al piloto recoger la cuerda, después
volvió al helicóptero, se elevó y se fue... la que llegó a auxiliar a mi papá
fue una patrulla para llevarlo al hospital”. En el Hospital Civil, a
pesar de los esfuerzos de los médicos por salvarle la vida, Francisco Xavier
Chapa del Bosque falleció a causa de fracturas en el cráneo, tórax y otras
partes del cuerpo.
Como ven, la recreación periodística del fatal accidente merecía ser reproducida en su integridad. Nada como acudir las fuentes más cercanas al suceso. La muerte del Increíble escapista mexicano, teóricamente educado en el Tíbet, a las puertas de la gloria y tras una infancia desgraciada, no estuvo exenta de misterio, incongruencias, fatalidad y ese respeto por el finado tan propio de culturas como la mexicana.
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