El GARGANTÚA también
conocido como tragantua, traga chicos o tragaldabas es una figura de un gigante
enorme y caricaturesca que se suele sacar a la calle en días de fiestas
populares del País Vasco, habitual de las fiestas de las localidades como Vitoria, donde
ya está documentado en 1923, o
en la Semana Grande de Bilbao. También se ha utilizado en ciudades cercanas a
Vitoria como Miranda de Ebro y Haro. Los niños se meten por su boca y, a través de un tobogán,
salen por la parte trasera del gigante.
Está
basado en las novelas de Gargantúa y Pantagruel, de origen francés.
Según José María Busca Isusi, guipuzcoano, el gargantúa era hijo de dos
gigantes, llamados Grandgoussier y Gagamelle, hija de un rey salvaje. El hijo,
al nacer salió de la oreja izquierda de su madre, tenía el tamaño de una
ternera y pesaba varias toneladas. Tuvieron que construirle una enorme cuna. De
comer le daban terneras y vacas a montones. Al final, sus padres, en vez de en
carrito, decidieron llevarlo montado en un carro arrastrado por bueyes.
En 1854 se creó en Bilbao el primer Gargantúa,
obra de Bombero Echániz. Este primer Gargantúa es
destruido en 1874 por una bomba en la guerra carlista.
Unos cuantos
años más tarde, concretamente en 1896, aparece el segundo Gargantúa, con nueva
vestimenta ya que el anterior vestía al estilo francés, estilo que perdurará
hasta nuestros días. Es creado en Achuri (Bilbao) por Higinio Basterra en los
talleres Basterra-Larrea, con un coste de 2278,85 pesetas de la época.
Desaparece de los programas festivos bilbaínos en torno a 1907, cuando, según
algunos documentos de la época, el ayuntamiento de Guernica (Vizcaya) se hace con él y con los
gigantes y cabezudos de la villa.
El tercer Gargantúa
se presenta junto a los nuevos Gigantes y Cabezudos, gracias especialmente a
Radio Bilbao, en 1934. Al igual que el anterior Gargantúa, éste también se
construye en Atxuri. Se tiene constancia de que en 1939, coincidiendo con que
el dictador Franco tenía interés por conocer al gigantón bilbaíno, éste fue
restaurado. En 1950 hará su última aparición en los programas de fiestas de
Bilbao, quedando abandonado en unos talleres de Deusto pasto de la ratas.
Hubo que
esperar 12 años para volver a ver recorrer al Gargantúa por las calles de la
Villa. De nuevo Radio Bilbao lleva la batuta, y vuelve a mandar construir (con
el apoyo de los bilbaínos) un nuevo Gargantúa y otra serie de Gigantes y
Cabezudos. Es construido en unos talleres de Bolueta (Bilbao) por Tomás Martínez de Arteaga
y José Luis Teresa, con un coste de 500 000 pesetas. Es presentado en 1962
en un multitudinario desfile por la gran vía bilbaína.
Se pierde la
pista al Gargantúa hasta que en 1978 (primera edición de la Aste Nagusia) se
tienen noticias de él. Ante la falta de Gigantes y Cabezudos, el ayuntamiento
de Bilbao solicita al de Vitoria los gigantes, a la vez que el Gargantúa ante
el mal estado en el que se encuentra el glotón bilbaíno de 1962. En la Gaceta
del Norte del 19 de agosto
de 1978 se puede leer "Los aldeanos llegaron bien (refiriéndose a los
gigantes vitorianos). Fueron descargados hacia las tres de la tarde en el
servicio de Materias Inflamables, local del ayuntamiento donde quedaban los
restos del antiguo Gargantúa de Bilbao, hecho un desastre". Se pone en
manos de Pedro Goiriena la restauración del Gargantua en el taller de cómicos
de legua, listo para la Aste Nagusia 1979, con un coste final de 400 000
pesetas de los cuales se hace cargo la Caja de Ahorros Vizcaína. Es uno de los
gargantúas que aún sigue presente en las fiestas del botxo.
En 1986, Pedro
Goiriena construye un Gargantúa en Sopuerta (Vizcaya), con un precio de
4 400 000 pesetas, que tendrá una aparición fugaz por Bilbao. Sólo
estaría presente en la villa en las fiestas de ese mismo año. Debido a
diferentes problemas (la boca de este nuevo Gargantúa era demasiado pequeña) el
Gargantúa es trasladado al lugar en el que se creó para realizar las oportunas
reformas del mismo. En el caserío del propio Pedro Goiriena, un incendio deja
este nuevo Gargantúa inservible.
En 1988, el
ayuntamiento vuelve a encargar otro Gargantúa. Esta vez se hace cargo Vicente
Luna en su taller de Valencia, con un coste total de 3 600 000
pesetas. Este nuevo Gargantua no tiene una buena acogida por parte del público
debido a su aspecto amable y de perfil caricaturesco, además de detalles como
el hecho de no cerrar la boca como sí hacía el anterior Gargantua. A pesar de
ello es el Gargantua habitual en la Aste Nagusia.
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