El OMBLIGO del latín umbilicus;
en griego ómphalos es la cicatriz que queda tras la rotura del cordón umbilical en el bebé.
Suele ser una depresión en la piel.
El cordón umbilical resultante después
del parto se cae entre una a dos semanas después
del nacimiento,
quedando el ombligo del nuevo ser.
También recibe el nombre de ombligo la región umbilical, es decir, la zona
del abdomen que rodea al ombligo propiamente
dicho, y así consta en Terminología Anatómica Internacional de 1997, en el apartado A01.2.04.005 y
bajo los nombres latinos de umbilicus y regio umbilicalis.
A los cinco o seis días de vida del
recién nacido se marchita el cordón umbilical y se desprende, dejando en su
punto de inserción una pequeña cicatriz que constituye el ombligo propiamente
dicho. Lo más importante es prevenir la infección y vigilar la aparición de hernias umbilicales.
En la actualidad el ombligo es
utilizado como vía de acceso en la realización de laparoscopias y poco más, mientras que el cordón
umbilical interesará sobre todo por su longitud, ya que si es demasiado corto o
demasiado largo podría ser origen de algunas complicaciones tocológicas. Por
otra parte, tras el parto es conveniente revisar el cordón por dos motivos: por
él circulan dos arterias y una vena, y si una de las
arterias faltara o fuera muy rudimentaria, podría ser indicación de la
existencia de alguna anomalía fetal; mientras que la existencia de nudos en el
trayecto del cordón podría ser señal de una hipoxia fetal.
Por otro lado, la técnica de la fetoscopia permite la extracción de sangre del cordón umbilical para realizar
analíticas fetales. También se ha establecido el concepto de que el embrión es un repositorio de células madre y de tejidos de
gran potencial biológico, siendo útiles en la terapéutica de ciertos casos de leucemia mediante la reposición de células
sanguíneas obtenidas del cordón umbilical planteamiento que se intenta
desarrollar creando un "banco de cordones umbilicales" para un
posible uso futuro.
Desde el punto de vista antropológico y popular, el ombligo y especialmente
el cordón umbilical han tenido históricamente una gran importancia médica y
social para muchos pueblos.
Desde un punto de vista terapéutico el
ombligo tiene menos importancia que el cordón umbilical, aunque en España,
especialmente en zonas de Ciudad Real,
era un objetivo básico del tratamiento de la esterilidad ya que se aplicaban parches en el
ombligo de la mujer estéril mientras que a la vez orientaban los pies de su
cama hacia el norte geográfico.
El modo de formarse esta cicatriz dio
lugar en otros tiempos a tremendas controversias para saber si era racional
representar con ombligo a Adán y Eva.
La ropa que deja ver el ombligo es una moda practicada sobre todo por las mujeres jóvenes. La exposición de un ombligo
desnudo ha sido un tabú en la sociedad occidental, ya que el
ombligo ha sido considerado un estímulo visual erótico. Hoy al ombligo se le da
una función puramente estética e incluso se llega a decorar con
artilugios metálicos piercing, sirve como excusa para escribir libros El ombligo del mundo, de Ramón Pérez de Ayala, o Todos
los ombligos son redondos, de Álvaro de La iglesia, por ejemplo.
Una preocupación común, aunque
inofensiva, es la formación de pelusilla en el ombligo. Sin embargo, esto
ha sido objeto de estudio en experimentos científicos serios.
En la Edad Media también se cuidaba su valor estético;
a los niños pequeños se los envolvía como una momia mientras se les
colocaba una bola de plomo en la cicatriz del cordón umbilical
para conseguir un hermoso y profundo ombligo, método que se ha seguido hasta la
actualidad, aunque utilizando bolitas de algodón o lana en vez de plomo. También se lo
consideró como sede de la lujuria en la mujer en la actualidad vuelve a
ser centro de atracción erótica, aunque esta idea sugiere más una fantasía
masculina que un hecho fisiológico.
Otros conceptos sobre la función
umbilical son más curiosos. Como ejemplo tendríamos a los unmatjera, una tribu aborigen australiana cuyos miembros pensaban que los
llamados «muris» o «gérmenes de los niños» se escondían tras las rocas o los
árboles esperando entrar en las mujeres por el ombligo para embarazarlas,
sin relacionar realmente el orificio de dar a luz con el de la concepción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario