El MONSTRUO
DE GILA es un lagarto venenoso propio de las
regiones áridas y cálidas del extremo norte de México y del suroeste de los Estados
Unidos. Es un lagarto pesado, de movimiento lento y mide hasta
60 cm de largo. El monstruo de Gila es una de las dos únicas especies
conocidas de lagartos venenosos, el otro es su familiar cercano, el lagarto
de cuentas o "escorpión". Aunque el monstruo de Gila es
venenoso, su naturaleza pasiva hace que represente poca amenaza a los seres
humanos. Sin embargo, se ha ganado una reputación temible, y es matado a menudo
por los caminantes y los dueños de las casas.
El monstruo
de Gila es el lagarto más grande nativo de América del Norte, mide
aproximadamente entre 35 y 58,5 cm de largo. Tiene una figura corpulenta con
patas pequeñas, poderosas garras y una cola corta y gruesa donde almacena la
grasa que utiliza como energía durante la hibernación o cuando hay escasez de
alimentos. La piel del monstruo de Gila es rugosa, con marcas irregulares
brillantes de color rosado, amarillo o blanco, sobre escamas negras o marrones. El monstruo de Gila se desplaza con
exagerada lentitud. No sabe correr e intentaríamos en vano ahuyentar a uno de
estos reptiles. De 500 g a 1 kg de peso, es un reptil pasivo de lentos
movimientos.
Habita en
las zonas áridas y desiertos rocosos de América
del Norte y bosques
tropicales secos. Vive en madrigueras que él mismo excava, o
que ocupa cuando se marcha el propietario. El monstruo de Gila generalmente
evita los calores extremos del sol del mediodía y es más activo durante las
horas de la mañana y el atardecer. Permanece días y semanas sin salir de su
guarida, y cuando finalmente se decide a abandonar su albergue lo hace con
tiempo lluvioso y casi exclusivamente de noche.
El monstruo de Gila es un animal carnívoro que se alimenta principalmente de conejos jóvenes, ratones, ardillas, lagartijas,
ranas, insectos, aves y huevos de
aves, tortugas y serpientes.
Detecta la presencia de las presas por el olfato, que tiene muy desarrollado, y
también por el gusto, sirviéndose de su lengua como de un detector eficaz. Es un real
tragón que devora todo lo comestible que encuentra. Estos lagartos atacan a sus víctimas
mordiéndolas y aferrándose a ellas a la vez que ruedan sobre la espalda para
permitir que el veneno fluya al interior de la herida sin
dejar de masticar para infligir heridas aún mayores. Engorda rápidamente y se
le infla la cola, porque es en esa parte de su cuerpo donde se le acumulan las
reservas de grasa. Esta forma singular de alimentarse permite al monstruo de
Gila ayunar durante mucho tiempo sin perjuicio. El bajo ritmo metabólico y su
relativamente fresca temperatura corporal reduce más aún su necesidad de
ingesta regular de alimentos.
En gran medida, el monstruo de Gila
posee una fisiología especializada que le ayuda a mantener los niveles
energéticos durante sus largos intervalos entre alimentos. Cuando un monstruo
de Gila come, una glándula salival modificada dentro de su boca libera un
compuesto llamado exendin-4, que fluye dentro del tracto
digestivo y del torrente sanguíneo del lagarto. Mientras que los científicos
tienen aún que confirmar el rol que juega el exendin-4, parece que prepara al
cuerpo del Gila para recibir, procesar y almacenar nutrientes. Además, se cree
que el exendin-4 tiene un rol en la regeneración del intestino del Gila, que se
atrofia entre las esporádicas comidas para conservar energía.
Sus fauces
van armadas, dentro de la mandíbula, de un par de dientes parecidos a los
ganchos venenosos de las serpientes. El veneno, usado principalmente para
defenderse, se segrega a través de unas glándulas situadas en la
mandíbula inferior y fluye al exterior a través de unos surcos presentes en los
dientes.
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