domingo, 7 de agosto de 2016

HENO



El HENO es una gramínea o también leguminosa seca, cortada y utilizada como alimento para los animales. Las flores de pasto también suelen ser parte de la mezcla. Las plantas que se utilizan comúnmente para el heno incluyen el ballico italiano y el ballico, con mezclas de otras hierbas y tréboles (rojo, blanco y subterráneo). La avena, la cebada y el trigo también suelen formar parte del heno. En muchos países, la alfalfa constituye un heno de calidad superior, para el ganado bovino y los caballos.
En climas secos y calurosos, el heno está formado de hierbas bastas muy secas que tienen muy poco valor nutricional, pero es lo mejor que pueden hacer los granjeros de esas zonas.
Es el material de las hojas el que determina la calidad del heno. Los granjeros intentan juzgar el punto en el que la hoja de un prado alcanza su máximo antes de cortar el forraje. El material segado se deja secando de manera que la mayor parte de la humedad se pierda pero el material siga lo bastante robusto para que la maquinaria lo pueda recoger del suelo y procesarlo para almacenarlo en fardos, pilas o en hoyos.
El heno se utiliza normalmente para alimentar a animales domésticos como las ovejas, cabras, vacas y caballos cuando o donde no hay suficiente hierba fresca, o cuando la hierba fresca es demasiado rica para una digestión fácil del animal. Los cerdos pueden ser alimentados con heno, pero no digieren la fibra de las plantas muy eficientemente.
Hasta finales del siglo XIX no se hacían crecer hierba y trébol juntos porque los cultivos se rotaban. Sin embargo, en la estación de crecimiento, normalmente la primavera, las granjas producían mucho más forraje del que los animales podían consumir. Justo cuando el pasto alcanzaba su máximo, inmediatamente antes de que la hierba floreciera si se atinaba bien, se cortaba el pasto. Gran parte se seguía segando con guadañas por cuadrillas de hombres. Más tarde, esto se hacía con segadoras tiradas a caballo y, a partir de los años 30, tiradas por tractores. En los años 30, una buena gestión de los pastos demostró que los pastos más productivos eran el ballico y el trébol, por lo que se tomaban compromisos cuando era la hora de segar. Más tarde, algunos granjeros hacían cultivos especiales, como la alfalfa, para conseguir heno de alta calidad o de propósitos especiales.
Durante el periodo de secado, de varios días, el proceso se podía acelerar, y los efectos de la lluvia importaban, dándole la vuelta a la hierba. Al principio esto se hacía a mano con una horca o un rastrillo, y más tarde con rastrillos tirados por tractores. El secado se puede acelerar más con el uso de una henificadora, una máquina que ahueca y extiende la hierba cortada. Este proceso se llama henificación.
Posteriormente, el heno seco se apilaba arrastrándolo a mano o con máquinas, de manera que formara una pila lineal. Mientras se iba apilando, el heno era recogido por otra cuadrilla. Al principio esto se hacía recogiéndolo con una horca en un carro o en un camión, y más tarde con rastrillos de heno enganchados a un automóvil, camión o tractor. Como alternativa, el heno suelto se podía colocar en fajos o haces para su secado antes de recogerlo.
El heno suelto se trasladaba a una zona designada para el apilamiento —normalmente una zona algo elevada para drenar el agua— donde se formaba una pila de heno o almiar. La pila se hacía a prueba de agua (una tarea de considerable habilidad) y el heno se comprimía bajo su propio peso y se curaba por la liberación de calor de la humedad residual del heno y de las fuerzas de compresión. La pila se rodeaba de una valla para separarla del resto del campo. Cuando hacía falta, el almiar se abría con un cuchillo y cada día parte de él se utilizaba para alimentar a los animales. Dependiendo de la zona, el almiar podía estar apoyado sobre una estructura interna o bajo un tejado móvil que se podía bajar mientras se retiraba heno.
En algunas granjas, el heno suelto se almacenaba en un cobertizo o un galpón, normalmente de manera que se comprimiese y curase. El heno se podía almacenar en la segunda planta del cobertizo, sobre los animales, o en un cobertizo diseñado especialmente con poca estructura interna para ofrecer más espacio para el heno.
Las pilas de heno producen calor interno debido a la fermentación bacteriana. Si se apila heno con hierba húmeda, el calor producido puede ser suficiente para que se prenda fuego en el almiar. Los granjeros tienen que tener cuidado con los niveles de humedad para evitar esta "combustión espontánea", porque el fuego en un almiar puede ser muy peligroso.

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