La MANTARRAYA o manta gigante es una especie de
elasmobranquio del orden Myliobatiformes. A diferencia de otras especies del orden, la
mantarraya carece de aguijón venenoso en la cola.
Habitan en mares de aguas templadas de todo el mundo;
se alimentan de plancton,
peces pequeños y calamares.
Generalmente, al igual que los tiburones, tienen peces
limpiadores o rémoras oportunistas pegadas a la parte
inferior, que buscan las sobras que quedan de su alimentación y también
protección.
En zonas como las costas de Filipinas, Argentina y el golfo de México su población se vio diezmada en los
años noventa por el descontrol en la caza con arpón. Actualmente se desconoce
su población y por lo tanto no se sabe si está o no en peligro de extinción; en cualquier caso se
considera una especie vulnerable en las zonas anteriormente
mencionadas.
Al igual
que los tiburones o delfines, realizan saltos fuera del agua. Se han observado
tres tipos de saltos: salto hacia delante cayendo de cabeza, salto hacia
delante cayendo con la cola y voltereta. Las razones por las que hacen esto
podrían ser: como método de huida ante sus predadores, para quitarse ellas
mismas los parásitos, para comunicarse con otras rayas (el ruido
provocado al chocar contra la superficie del agua se puede oír y ver desde
varios kilómetros de distancia). Los machos podrían hacerlo también como parte
del cortejo, para demostrar su fortaleza o quizás sea simplemente una forma de
juego.
Existen
leyendas de pescadores que han sido rescatados por mantas, pero no hay
registros de que esto sea cierto. De hecho, existe un debate abierto acerca de
si es apropiado o no agarrarse a ellas para ser arrastrados bajo el agua ya que
esto puede dañar su capa mucosa que la protege de infecciones, además de que es
imprevisible la reacción del animal al contacto con el hombre. Por otro lado,
algunos ejemplares se han acostumbrando a la presencia del hombre facilitando
así su estudio y preservación en el medio ambiente.
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