En la mitología germánico-escandinava además de en la
cultura wiccan,
se llamaban ondinas a las ninfas acuáticas de espectacular belleza que habitaban en los
lagos, ríos, estanques o fuentes. Tienen su correspondencia en las náyades
de la mitología griega.
A partir del siglo XVIII,
las ondinas se convirtieron en sujetos literarios con el auge del cuento
fantástico alemán que rápidamente se extendió por toda Europa.
Ondina es la heroína de una leyenda alsaciana. A su
nacimiento todas las hadas
del vecindario se reúnen en torno a su cuna y le proporcionan muchas
cualidades. Su abuela, que también es hada, le proporciona una persistencia
excepcional. Un día, Ondina es raptada por un joven noble que consigue
enamorarla hasta tal punto que rehúsa ir a ver a su madre enferma. Como
castigo, su abuela la condena a amar por siempre al joven noble. Este, cansado
de ella, finge creer que esta le ha engañado con otro. Le dice que no la creerá
hasta que no le traiga un jarrón enorme lleno de agua del río Niddeck. Tras
tres días de marcha llevando ese enorme peso, Ondina cae exhausta al agua
mientras rellena el jarrón. Su abuela, el hada, va a rescatarla y para evitarle
continuar sufriendo a causa del noble, la transforma en una ninfa protectora de
las aguas del río Niddeck. Desde entonces, en los días de tormenta, se ve su
reflejo en el agua de las cascadas del río.
E igualmente en la actualidad existen variedades de
leyendas, cuentos o hasta maldiciones. Ya que en la mitologia se cree que hay
ninfas, es decir hadas, que se encargan del orden del medio ambiente. Así como
también, que son las encargadas que no se altere la naturaleza. Que es lo que
en realidad será solo un mito o una realidad.
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