¿Qué se necesita para aprender a
orar? Basta dirigirnos a Dios de manera humilde, confiada, sincera y amorosa
para ser escuchados. ¡Inténtalo!
Cuentan que un humilde zapatero tenía
la costumbre de hacer siempre sus oraciones en la mañana, al mediodía y en la
tarde. Se servía de un libro de plegarias porque no se sentía capaz de
dirigirse al Creador con sus pobres palabras.
Un día, se sintió muy mal porque,
estando de viaje, olvidó su libro. Nuestro buen zapatero le dijo entonces a
Dios: "Perdóname, Dios mío, porque necesito orar y no sé cómo. Ahora bien,
ya que Tú eres un Padre de amor voy a recitar varias veces el alfabeto desde la
A hasta la Z, y Tú que eres sabio y bueno podrás juntar las letras y sabrás qué
es lo que yo te quiero decir".
La historia dice que ese día Dios
reunió a sus ángeles en el cielo y les dijo conmovido que esa era la más
sincera y la más bella de las oraciones que le habían hecho en mucho tiempo.
Una oración con las cualidades de la plegaria que hace milagros, cierra
heridas, ilumina, fortalece y acerca los corazones, es decir, una plegaria
humilde, confiada, sincera y amorosa.
¡Cuánta necesidad tenemos de estas
oraciones! Todos debemos aprender a orar con el corazón, a alabar, a bendecir,
a perdonar, a agradecer. Y, claro, a tener bien presente que la oración se ve
en la acción, en los buenos frutos y en un compromiso por la justicia y por la
paz. En efecto, actuar sin orar es desgastarse y orar sin actuar es engañarse.
Para aprender a orar no hace falta
aprenderse o inventar complicadas fórmulas. Si comenzamos por meditar el Padre
Nuestro y hacer un pequeño propósito, no sólo estaremos haciendo oración, sino
que cada día daremos un paso más para vivir como verdaderos hijos de Dios:
-Di: Padre. Si cada día te portas
como hijo y tratas a los demás como hermanos.
-Di: Nuestro. Si no te aíslas con tu
egoísmo.
-Di: que estás en los cielos. Cuando
seas espiritual y no pienses sólo en lo material.
-Di: santificado sea tu nombre. Si
amas a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas.
-Di: venga a nosotros tu reino. Si de
verdad Dios es tu rey y trabajas para que Él reine en todas partes.
-Di: hágase tu voluntad. Si la
aceptas y no quieres que sólo se haga la tuya.
-Di: danos hoy nuestro pan. Si sabes
compartir con los pobres y con los que sufren.
-Di: perdona nuestras ofensas. Si
quieres cambiar y perdonar de corazón.
-Di: no nos dejes caer en tentación.
Si de verdad estás decidido a alejarte del mal.
-Di: líbranos del mal. Si tu
compromiso es por el bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario