El Jansenismo fue un movimiento religioso
de la Iglesia católica, principalmente en Europa, de los
siglos XVII y posteriores. Su nombre proviene del teólogo
y obispo Cornelio Jansenio 1585-1638.
La obra fundamental del jansenismo es el Augustinus,
escrito por Jansenio, mas publicado de forma póstuma Lovaina, 1640 debido a
la controversia teológica que hubiera podido generar. Basado en este libro
surge un movimiento que se desarrolla en tres ramas: jansenismo teológico, jansenismo
moral-espiritual influyente en el rigorismo moral en los siglos XVIII
y XIX
y jansenismo político-antijesuítico-galicanista considerado como el movimiento
mayoritario dentro del jansenismo.
Las discusiones del Concilio de Trento sobre el papel de la
libertad y su relación con la gracia divina no habían terminado con la
controversia De Auxiliis. Jansenio pensó encontrar en
los escritos de Agustín de Hipona una respuesta más
satisfactoria. Por eso, elaboró su obra "Augustinus" donde trata tres
puntos principalmente:
Resumen de la controversia Pelagiana
Negación del estado de naturaleza pura
Desarrollo de su concepción
sobre la noción de "Gracia eficaz".
Según consta por el mismo
escrito, él pensaba con esto mantenerse dentro de la explicación de la teología
de Agustín y colocaba el escrito con sumisión a lo que dictara el Papa.
Jean Duvergier de Hauranne, abad de Saint
Cyran, era director espiritual en el monasterio de Port Royal des Champs donde había nacido
un movimiento rigorista relacionado con la familia Arnauld: Antoine
Arnauld 1612-1694, teólogo de la Sorbona
y la abadesa Angélica Arnauld
1591-1666. El "gran Arnauld" es un personaje controvertido que ha
merecido fuertes críticas de historiadores como Bremond y por otros es
considerado el mejor director espiritual. Era contrario de la Compañía de Jesús y con el seudónimo de Petrus
Aurelius había publicado una serie de escritos contra ellos y su supuesta
independencia de los obispos.
A Duvergier debe el jansenismo una creciente fama y la
publicación y extensión del escrito de Jansenio. Esto le valió la enemistad del
cardenal Richelieu, que buscaba apagar toda
fuente de discordias en la iglesia francesa. El Papa Urbano VIII
prohibió la reimpresión del Augustinus pero el libro se siguió imprimiendo ya
que había sido dedicado al cardenal Fernando, infante de España, quien permitió
y popularizó la publicación. Incluso en Roma se hizo una edición
en 1643. Pero ya varios documentos y la Inquisición
habían prohibido el libro. El primero fue la bula In eminenti de Urbano VIII 1642. Luego vino la constitución Cum occasione de Inocencio X
1653 y otra constitución publicada por el Papa Alejandro VII,
Ad sacram beati Petri sedem.
Los hermanos Arnauld fueron continuadores de la obra de
Duvergier. Antonio Arnauld, enemigo de los jesuitas, se dedicó a propagar las
ideas de Jansenio, intentando presentarlas como puro y consecuente agustinismo.
Criticó ásperamente la costumbre de la comunión frecuente, añadiendo este
aspecto a la devoción de sus seguidores. También institucionalizó el jansenismo
ofreciéndole una ascética propia, una modificación propia de los dogmas y los
cambios necesarios en la liturgia y en los sacramentos. A Antoine se le unió bien
pronto Pierre Nicole que criticó
especialmente la formulación de la infalibilidad pontificia y propuso la propia
de los jansenistas que es de corte conciliarista.
Angélica Arnauld, su hermana, era religiosa en el
monasterio de Port Royal des Champs y luego abadesa.
Impuso una férrea vivencia de la regla cisterciense, y tras la muerte de Francisco de Sales, asumió a Duvergier como
director espiritual, quien le aconsejó que siguiera el camino de exigencia
rígida de la fidelidad a la regla religiosa. Así, el monasterio de Port Royal
llegó a ser el centro del jansenismo, donde cada vez se practicaba menos la
comunión eucarística.
Desde este monasterio, la doctrina y praxis jansenista se
mantenía y se extendía por Francia. Tras años de diversas condenas por parte
del Papa, el monasterio fue destruido en 1710 y las monjas que lo habitaban se
dispersaron.
La teología propuesta por Jansenio está basada en una
interpretación literal de los textos de Agustín de Hipona. Sin embargo, se vio influida
por el desarrollo histórico y las peripecias de sus defensores. Así, en
Jansenio encontramos la teología de la gracia, en Arnauld la teología
sacramental, en Saint Cyran la disciplina y en Quesnel su unificación con el galicanismo.
En cuanto al tema de la gracia, Jansenio afirma que el
estado original es el estado natural del hombre. Un estado de gracia y amistad
con Dios,
inmortalidad
e integridad verdadera libertad. Adán, en ese estado, era verdaderamente libre y poseía la
gracia el auxilio de Dios suficiente para evitar el pecado. Sin
embargo, la gracia eficaz no sólo es el auxilio para evitar el pecado, sino el
auxilio de Dios para hacer el bien. Adán
en el Paraíso
tenía la gracia suficiente, pero no tenía la gracia eficaz, porque para Jansen
la gracia eficaz es siempre vencedora. El que posee la gracia eficaz no puede
pecar. Después del pecado
el hombre ha perdido la libertad. En el hombre hay una delectatio terrestris gusto por las cosas de la tierra
invencible. Jansen afirma además que para salir de esa situación después del
pecado no basta la gracia suficiente sino que
es necesaria la gracia eficaz, es decir,
el auxilio sin el cual el hombre no puede no pecar: con la gracia eficaz el
hombre se dirige invenciblemente hacia el bien. No basta un auxilio que le dé la
posibilidad de no pecar, sino que necesita un auxilio eficaz para no hacerlo.
La fe eficaz es absoluta:
cambia la delectatio terrestris
por una delectatio coelestis:
se goza en el bien. La gracia provoca un gusto tan grande por las cosas de Dios
que el hombre invenciblemente las hace. Ahora bien, la libertad se mantiene
porque la gracia despierta en el hombre la voluntad de hacer el bien. Quien no
actúa movido por la gracia eficaz peca infaliblemente.
Así pues, la predestinación
es la razón por la que algunos hombres poseen la gracia eficaz y otros no. Dios
ha predestinado a unos a la salvación y a otros a la condenación. Según esta
doctrina, las obras son buenas o malas. No puede existir la moral probabilista,
porque lleva al laxismo.
En relación con los sacramentos es la ascética
propia del movimiento la que los aleja progresivamente de su práctica, en
especial de la Eucaristía. Esto se fijó con el escrito De la fréquente communion de Arnauld
que argumentando desde la praxis penitencial de la Iglesia Antigua invocaba esa
práctica para usarla en una serie de condiciones que era necesario cumplir para
poder recibir la Reconciliación o la comunión.
De ahí también que su rigorismo en materia moral fuera cada vez más extremo.
Las sucesivas condenas por parte de la Sede romana les
llevó a sostener posiciones conciliaristas que les llevaron al galicanismo. El
movimiento, desde el inicio se mostró enemigo jurado de los jesuitas y por eso,
derivó en postura política gracias al apoyo de Blaise Pascal.
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