jueves, 6 de junio de 2013

MITOS Y REALIDADES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL



MITO: El origen de la Segunda Guerra Mundial debe buscarse en el ascenso de Hitler al poder en Alemania en 1933.
REALIDAD: El origen de la Segunda Guerra debe buscarse en el Tratado de Paz de Versalles de 1919, cuando tras la Primera Guerra se impusieron a Alemania durísimas sanciones económicas relacionadas con el pago de los costos de la guerra a Gran Bretaña, con el fin de que ese país pudiera a su vez saldar las deudas que había contraído sobre todo con la banca Morgan durante la confrontación.

Ello y la pérdida de grandes territorios por parte de Alemania y el imperio ruso merced al Tratado de Versalles generaron las condiciones objetivas para otra guerra.
 

MITO: Los británicos y los franceses no sabían que en septiembre de 1939 Hitler invadida Polonia.
REALIDAD: Ambas naciones sabían que Hitler iba a invadir Polonia porque el Tercer Reich presentó un plan de 16 puntos a los británicos para no invadir Polonia. El embajador inglés en Berlín, Neville Henderson, consideró que los 16 puntos eran muy aceptables. Entre ellos figuraba como prioridad que cesaran las hostilidades hacia ciudadanos alemanes en Polonia y la cesión de Danzig a Alemania. Es necesario recordar que el gobierno británico venía incentivando al gobierno polaco del coronel Beck a realizar actividades temerarias contra ciudadanos e intereses germanos en Polonia con la finalidad de que una eventual invasión de Hitler a aquel país desatara una respuesta bélica inmediata por parte de Stalin. Los británicos tuvieron en “la cuestión polaca” una posición más que ambivalente. Sólo intentaron apaciguar al gobierno de Beck en su actitud anti germana una vez que Hitler y Stalin habían firmado el pacto de no agresión con su protocolo secreto de reparto de Polonia. Ya era demasiado tarde para frenar a los activistas polacos anti germanos. El ultimátum que Hitler dio a Polonia para el inmediato cese de hostilidades contra ciudadanos alemanes en ese país se debió a que si no lo invadía en septiembre de 1939, luego ya sería demasiado tarde por cuestiones climáticas que tornarían demasiado pantanoso el terreno.
 
MITO: Sólo a medida que los aliados iban recuperando territorios en Polonia y Alemania se tuvo una cabal idea de las brutalidades que Hitler había cometido con minorías étnicas y especialmente con los judíos.
REALIDAD: La política antisemita del Tercer Reich era vastamente conocida en Occidente desde muchos años antes de desatarse la guerra. Hitler responsabilizaba al pueblo Judea de desastrosa situación alemana tras el Tratado de Versalles, y consideraba inasimilables. Tanto en Estados Unidos como Gran Bretaña los gobiernos sabían con lujo de detalles ¡Óptica de exterminio masivo de judíos que estaba desarrollan Hitler. Incluso la prensa occidental estaba perfectamente al tanto de las aberraciones que estaba cometiendo el dictador alemán, a pesar de lo cual tejió un manto de silencio casi total sobre el tema durante el desarrollo de la guerra.
Incluso la prensa controlada por empresarios de sangre judía como el New York limes conocía en toda su magnitud el problema y lo silenciaba. Algunos altísimos dirigentes judíos como Ben Gurión y Chaim Waizmann también habrían estado al tanto, según fuentes judías, pero nada hicieron para impedir la masacre ni para favorecer la concientización del drama en los países aliados. ¿Por qué? Probablemente porque la masacre indiscriminada que estaba desarrollando Hitler proporcionaría tras la Segunda Guerra el elemento faltante para crear el Estado de Israel, cuya planificación se venía desarrollando al menos desde finales de la Primera Guerra Mundial con la llamada “Declaración Balfour”. Además es necesario tener en cuenta un artículo de Winston Churchill en el Illustrated Sunday Herald del 8 de febrero de 1920, en el cual señala, entre otras cosas, “por supuesto, Palestina es demasiado pequeña para acomodar más de una fracción de la raza judía; además, una mayoría de los judíos no desean ir allí”.
El Holocausto entonces habría servido en forma siniestra, no sólo a Hitler sino a dos objetivos ingleses y norteamericanos: crear el Estado de Israel a pesar de la oposición del pueblo palestino y del árabe en general, y convencer a una gran cantidad de judíos a radicarse allí para evitar la posibilidad de más masacres como las ejecutadas por los nazis
 
MITO: El “Día D" el del desembarco de ingleses y norteamericanos en Normandía, representa el comienzo del fin del régimen hitleriano en el aspecto militar
REALIDAD: Hitler había invadido la Unión Soviética el 22 de julio de 1.941. Las primeras derrotas importantes de Alemania en el tiente oriental se produjeron en 1942. La guerra en ese frente se desarrollaba con un nivel de crueldad y barbarie nunca antes visto, y mucho menos en el frente occidental. Si bien los Estados Unidos ingresaron formalmente en la guerra a finales de 1941 tras los sucesos de Pearl Harbour, el desembarco de los aliados en Normandía, o “Día D", no se produjo hasta el 6 de junio de 1944, o sea dos años y medio después, y pasados tres del inicio de la invasión de la URSS. Los soviéticos habían pedido varias veces el desembarco de tropas inglesas y norteamericanas en Francia a fin de aliviar la terrible presión que sus tropas venían sufriendo en propio territorio ruso. A pesar de ello, Churchill y Roosevelt, con diferentes pretextos, se negaron a hacerlo hasta que las tropas alemanas hubieran estado exhaustas y abocadas de lleno a una retirada del frente oriental. Al momento de producirse el llamado “Día D”, Hitler tenía cerca de 160 divisiones en la lucha contra la Unión Soviética y sólo unas 60 en el frente occidental, lo que facilitó sobremanera la tarea de ingleses y norteamericanos que esperaron hasta último momento para retomar Europa continental.

MITO: El desarrollo de la bomba atómica por parte de Estados Unidos tenía como único objetivo inicial el posible bombardeo de objetivos militares y no civiles del Eje. Su posterior uso en Hiroshima y Nagasaki sólo se explica por la vocación del gobierno de Harry Truman de acortar la guerra y salvar así centenas de miles, o millones de vidas.
REALIDAD: Los Estados Unidos comenzaron a realizar estudios para desarrollar la bomba atómica a raíz de una carta de Albert Einstein al presidente Roosevelt, en la que detallaba que a través de la fisión nuclear se podía generar una bomba de inédito poderío, y a la vez se mostraba preocupado por la posibilidad de que Alemania llegara primero a alcanzar esa tecnología. Años más tarde, pocos meses antes de que la primera bomba fuera lanzada sobre Hiroshima, volvió a escribir a Roosevelt manifestándole su preocupación dado que tenía información de que Estados Unidos había alcanzado la tecnología nuclear, pero poseía indicios de que los militares del Pentágono pensaban lanzarla, tal como ocurrió, sobre objetivos civiles. Einstein no tuvo respuesta de Roosevelt, quien poco después murió.

Su sucesor, Harry Truman, prominente miembro de la masonería norteamericana al igual que Roosevelt no dudó en lanzar dos bombas atómicas sobre ciudades japonesas con el pretexto de acortar la duración de la guerra y salvar vidas. Una reciente investigación del autor japonés Tsuyoahi Hasegawa demuestra que el real objetivo de lanzar las bombas atómicas no fue salvar vidas sino impedir que Japón se rindiera ante la Unión Soviética y lo hiciera ante los Estados Unidos. Tras terminar su guerra con Alemania los soviéticos se aprestaban a invadir Japón, y los Estados Unidos consideraban que Japón no debía quedar ni total ni parcialmente, bajo el área de influencia soviética. Las bombas de Hiroshima y Nagasaki cumplieron entonces ese objetivo geopolítico que prescindís totalmente de consideraciones humanitarias. El gobierno japonés tampoco estuvo a la altura de las circunstancias tras las bombas atómicas, dado que sólo accedió a rendirse una vez que le fue asegurado que el emperador Hirohito no sería removido de su cargo, lo que tuvo aún
más efecto para terminar la guerra en el Pacifico que las propias bombas atómicas.
 

MITO: Los aliados no cometieron crímenes de guerra y no albergaron, luego de la Segunda Guerra Mundial, criminales de guerra nazi, los cuales se escaparon sobre todo a Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay.
REALIDAD: Los aliados cometieron crímenes de guerra de lesa humanidad al igual que los nazis. La destrucción casi total de la ciudad de Dresden, en Alemania, en la que murieron decenas de miles de civiles inocentes, por citar un ejemplo no obedecía a ningún objetivo militan Además, la guerra estaba prácticamente terminada. Sólo obedeció a un deseo de venganza contra El régimen nazi. En cuanto a la fuga de altos criminales de guerra alemanes, habría habido dos redes que organizaron el operativo. Una operó a través de los contactos del Vaticano. La otra a través de la CIA, llamada en aquella época OSS Overseas Secret Service. Ambas estaban relacionadas y muchos criminales de guerra terminaron en Sudamérica, pero muchos otros encontraron refugio en los Estados Unidos, al igual que muchos de los científicos que habla en la Alemania nazi y fueron arduamente disputados como el caso de Von Braun, entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. La red de espionaje nazi la Abwehr, cuyo cerebro era Reinhardt Gehlen, tras la sumada ejecución del almirante Wilhelm Canaris ordenada por Hitler por colaborar con el enemigo en el atentado que sufrió quedó prácticamente por entero en manos de los Estados Unidos y fue incorporada a la naciente CIA con el objetivo principal de brindar información de primera mano acerca de las actividades de los países de Europa Oriental que tras la guerra quedaron en la denominada esfera soviética. A fin de no repetir información, no nos referiremos aquí al fiasco de Pearl Harbour, que hemos comentado en el segundo capítulo, un hecho no sólo conocido con anticipación por el prominente miembro de una sociedad secreta; Franklin Delano Roosevelt, sino incentivado previamente con estudiadas medidas. Es un asunto que merece figurar simplemente en el capítulo sobre terrorismo. Que juzgue el lector, con la información disponible, qué papel jugaron y juegan la “historia”, los “historiadores”, la “prensa” y los “periodistas” que se han referido en forma unilateral a la Segunda Guerra Mundial. Lo cierto es que tanto Hitler, un antiguo amigo de la elite transformado súbitamente en el peor enemigo de la misma, como su cruel y terrible régimen nazi, fueron mostrados para siempre como el peor desastre ocurrido a la humanidad en muchísimos siglos. ¿Qué mejor manera de sepultar al enemigo para siempre? Vayamos ahora a otro intento y entierro definitivo de un enemigo.
 
 

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