Las
geishas son parte fundamental de la historia de Japón. Se trata de artistas que
se han encontrado presentes a lo largo de toda la historia de esta cultura, sin
embargo, el período con mayor presencia de geishas fue durante los siglos XVIII
y XIX.
Por
lo general, su trabajo es asociado al comercio sexual, sin embargo, dicha
concepción se encuentra muy alejada de la realidad de las geishas, quienes
poseen un estilo de vida y educación bastante elevado y particular. Una geisha
comienza a prepararse desde muy pequeña para convertirse en ello, sin embargo,
muchos son los mitos que se han creado en torno a ellas debido al gran
hermetismo que se ha mantenido a lo largo de su historia.
Se
trata de mujeres muy especiales que se ocupan de complacer a sus clientes
sirviéndoles el Sake, brindándoles compañía en eventos sociales, bailando,
cantando, tocando instrumentos, etc., todo realizado con movimientos finamente
estudiados y bellos que las convierten en verdaderas obras de arte vivientes.
Su
educación es tan especial que resulta tremendamente costosa, debido a esto, las
geishas viven en unas casas llamadas “okiyas” hasta que terminan de pagar por
su formación. Durante dicho período trabajan en los restaurantes y salones que
se ubican en los “karyukai”, unos barrios cerrados.
Las
geishas son mujeres altamente entrenadas en el arte de ser bellas, y no todas
pueden llegar a serlo. Para ser una geisha se necesita de aptitudes muy
especiales, así como también, perseverancia y mucho esfuerzo. Lo mismo sucede
con sus clientes, no es fácil ser uno de ellos. Para poder contar con los
servicios de una geisha es necesario tener mucho dinero y educación. Todos los
mitos que se han creado en torno a su estilo de vida guardan relación con lo
anterior, ya que debido a lo costoso que resulta ser una geisha y el difícil
acceso a ellas, se trata de un mundo que a lo largo de muchos siglos se ha
mantenido aparte, favoreciendo la aparición de historias que muchas veces no
tienen nada de realidad.
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