Una LÁMPARA
DE CARBURO, también conocida como lámpara
de gas acetileno, carburera, carburero o candil,
es un dispositivo de iluminación a gas. El aparato permite
obtener una llama muy luminosa producida con la ignición del gas acetileno (C2H2) que se
genera por la reacción química exotérmica entre
el carburo de
calcio (CaC2)
y agua. La lámpara consta de
dos compartimientos que se cargan con ambos reactivos (agua en el superior y carburo
de calcio en el inferior). Un elemento de regulación (generalmente un grifo)
permite aportar controladamente pequeñas cantidades de agua al carburo,
produciéndose el gas acetileno que se quema en una boquilla que puede estar
provista de un reflector parabólico.
Los modelos tradicionales llevan la
boquilla, con o sin reflector, adosada al propio aparato.
El primer carburero de calcio fue
desarrollado en los EEUU en Nueva York el 28 de agosto de 1900 por Frederick Baldwin.
Primeramente
fue empleado en la minería y su uso se ha difundido también en otras
actividades como la espeleología, la pesca o
el senderismo. Con menos de un litro de agua y carburo de
calcio puede obtenerse iluminación para más de 24 horas.
El uso extendido de estos aparatos
como iluminación principal en la espeleología de las últimas décadas ha posibilitado
diversas evoluciones y mejoras tanto en el sistema de regulación del aporte de
agua modelos atmosféricos, de auto presión o de inyección por bomba de caucho
como en su construcción, acero, acero
inoxidable, aluminio, polietileno...
y seguridad, válvulas y circuitos de seguridad contra excesos de presión.
Estos modelos, de calidad muy superior
a los tradicionales, queman el acetileno en una boquilla instalada junto a un
reflector en el casco, donde se consigue la ignición del gas con un encendedor piezoeléctrico.
Dicha boquilla, de cerámica,
está conectada con el carburero que el espeleólogo lleva colgando en la cintura
mediante una manguera. De este modo, el espeleólogo sólo tiene que manipular el
sistema para el encendido o para regularlo, teniendo las manos libres el resto
del tiempo.
Entre sus inconvenientes se encuentra
el residuo que se genera tras la reacción química, que es básicamente cal con impurezas. El residuo debe
retirarse del compartimiento del carburo cada cierto tiempo, y recargarse por
combustible nuevo. Frecuentemente es necesario limpiar el carburero mientras se
está en la cueva, lo que requiere cuidado para no ensuciar el entorno, así como
la necesidad de transportar el desecho al exterior para no contaminar el medio
ambiente cavernícola.
A su vez, la mala combustión puede
generar hollín en torno a la llama, pudiendo manchar
las paredes o techo de la cavidad en pasos estrechos, si no se hace una
progresión cuidadosa. Igualmente, requiere de una segunda iluminación de apoyo
eléctrica que sea más o menos estanca, que no se apague en zonas de fuerte
goteo donde la llama de acetileno sí lo haría.
La rápida evolución de las
iluminaciones eléctricas de LEDs, con un notable
aumento de la autonomía y la calidad de la luz, está reduciendo el uso de las
lámparas de carburo como iluminación principal en espeleología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario