lunes, 22 de julio de 2013

SÍBALÁUME "EL INDOMITO"



Justo es recordar a quien, por sus hazañas mereció el nombre de: "El Indómito" y debe figurar en las páginas de nuestra historia como un prócer.
 
Está considerado como paladín de la libertad, porque SÍBALÁUME fue un misionero aborigen Sonorense, que luchó por construir una nación libre y soberana con sus hermanos de raza, gobernándose por sus propias leyes, viviendo una existencia de constante lucha y soportando su calvario con verdadero orgullo, muriendo en la sierra del Bacatete.
 
Arrogante, atrevido y dinámico. Su aspecto: Montaraz, agreste de espesa e insurta cabellera e inculta palabra, barba completamente rala y lacia, piel atezada que revelaba una vida selvática, curtida por la intemperie. Ojos profundos y de brillo fosforescente como la fiera nocturna. Musculatura recia de hombre nómada, garra a guisa de mano, torpe en el asir de todo objeto tenue de diminuto o indeleble.
 
Sin duda que en su lucha era llevado por el impulso de combatir, heredado de su raza, conformado física y espiritualmente para la guerra.
 
Sílabáume a pesar de sus ignorancias, tenía una inteligencia clara como la de un intelectual. Por estas razones le fue fácil acomodarse como jefe de su tribu para luchar en contra de quienes les querían quitar su libertad y las tierra que habían heredado de sus ancestros.
 
La persecución constante del gobierno y la pobreza, se unían a aquella horda de Yakis hambrientos que sucumbían por inanición, mientras el viento helado del Bacatete hace su viaje eterno por aquellas tierras llenas de tristeza.
 
En su legendario estoicismo casi no tiene llanto porque parece que los siglos parecen amoldados a "Sus almas huecas" Ya en plena sierra, sin más recursos que la naturaleza, procedían a la matanza de caballos y buscar raíces para alimentar sus esqueléticos cuerpos, cansados y débiles por el constante caminar.
 
En breves descansos mientras hervía el wuákabáki, comida típica de los yakis se bailaba el Júu-wuó-i yíwaumé, danza de los guerreros.
 
Síbaláume, seguía peleando al lado de los suyos, en defensa de su tribu y de su pequeña patria.
 

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