La palabra caricatura viene del italiano
caricare: cargar, exagerar) es
un retrato que exagera o distorsiona la apariencia
física de una persona
o varias, en ocasiones un retrato de la sociedad reconocible, para crear un
parecido fácilmente identificable y, generalmente, humorístico. También puede
tratarse de alegorías. Su técnica usual se basa en recoger los rasgos más
marcados de una persona, labios, cejas, narices etc. y exagerarlos o simplificarlos
para causar comicidad
o para representar un defecto moral a través de la deformación de los rasgos,
en tal caso es una forma de humor gráfico.
La caricatura como género artístico suele ser un retrato, u otra representación humorística que
exagera los rasgos físicos o faciales, la vestimenta, o bien aspectos
comportamentales o los modales característicos de un individuo, con el fin de
producir un efecto grotesco. La caricatura puede ser también el medio de
ridiculizar situaciones e instituciones políticas, sociales o religiosas, y los
actos de grupos o clases sociales. En este caso, suele tener una intención satírica
más que humorística, con el fin de alentar el cambio político o social. La
forma más común de las caricaturas políticas y sociales es la viñeta.
Si bien el término caricatura es extensible a las exageraciones por medio de la
descripción verbal, su uso queda generalmente restringido a las
representaciones gráficas.
Existen caricaturistas de muy distintas índoles, temas y
estilos, ya que la caricatura, con muy pocas palabras en algunos casos, sin
palabra alguna permite también hacer comentarios políticos
en clave de humor verdaderos chistes visuales, y por ello casi todos los diarios
del mundo suelen incluir una o más caricaturas en su sección de opinión,
también suelen observarse caricaturas exentas en otros mass media,
por ejemplo en ciertas revista de cómics, generalmente de índole
satírica.
La caricatura, en su sentido moderno, nació en Bolonia
a finales del siglo XVI,
en la escuela de arte fundada por una familia de pintores, los Carracci.
Los estudiantes de esta academia se divertían haciendo retratos de los
visitantes bajo la apariencia de animales u objetos inanimados, esto llegó a
ser compartido por Gianlorenzo Bernini. El grabador Pier Leone
Ghezzi, que trabajaba en Roma, continuó esa tradición y, por un módico precio,
caricaturizaba a los turistas. Lo que estos artistas italianos hacían eran retratos
humorísticos para uso privado y casi nunca resultaban satíricos
o maliciosos, en este sentido Giandomenico Tiepolo también incursionó en
el género de la caricatura.
En España ciertos trabajos de Goya tienen visos de fuerte caricatura. A
pesar de que sus principales iniciadores de la caricatura española no se
mostrarían hasta hace más de un siglo. Sus decanos fueron Tomás Padró Pedret, Francisco Ortego Vereda 1833-81 y José Luis Pellicer, el segundo fue un excelente
cronista humorístico de los tipos de su época y autor de sátiras políticas en
el periódico El Fisgón.
Sigue la pléyade de humoristas de las publicaciones del último momento del
reinado de Isabel II y de las etapas sucesivas, La Gorda,
La Flaca, Gil Blas,
en los que la intención política, evidente, priva sobre la entidad artística
del dibujo. Ya a comienzos de nuestro siglo, el gran caricaturista madrileño es
Ramón Cilla 1859-1937, de indudable
estilo. Después, se abre en la prensa española, diaria o semanal, toda una rica
etapa de caricaturistas. Ya que es en la primera mitad del siglo XX
en la que se consolida una especie de escuela española de caricatura teniendo
entre sus exponentes a Luis Bagaría, éste trabajó junto a Opisso
y Junceda
en la célebre revista Cu-cut!.
En tanto género la caricatura política nace en
Inglaterra; la sátira impresa evidenció las luchas entre el Papado y Lutero, e
incluso Luis XIV
fue víctima de tempranas caricaturas. Sin embargo, el género de caricatura
política sólo se estableció hasta 1770, cuando en Inglaterra se tomó como un
arma de defensa contra quienes manejaban asuntos de Estado. El pintor William
Hogarth entre los siglos XVII y XVIII realizó ilustraciones burlonas
de crítica social, decididamente dedicados a la caricatura estuvieron George
Cruikshank siglo XVIII/XIX, James Gillray
siglos XVIII-XIX y su coetáneo Thomas
Rowlandson, Max Beerbohm siglo XIX, Henry Mayo Bateman y el
célebre John Tenniel
quien, a más de hacerse mundialmente conocido por las ilustraciones dedicadas a
Alicia en el País de las Maravillas
fue uno de los más destacados caricaturistas de la revista "Punch".
Posiblemente el caricaturista político estadounidense más notable del siglo XIX
fue Thomas Nast,
creador de los símbolos de los partidos Republicano y Demócrata, el elefante y
el asno, respectivamente. En ese siglo también destacaron Joseph Keppler, fundador
en 1826 y editor del semanario humorístico "Puck",
y su socio Bernhard Gillam, quienes
atacaron la corrupción de los dirigentes políticos, así como a los muchos
empresarios adinerados de la época, a estos se sumó el también estadounidense Garry Trudeau,
en el siglo XX se destacaron David Levine, Sam Viviano y Al Hirschfeld.
Sin dudas el máximo exponente de la caricatura ha sido el
francés
decimonónico Honoré Daumier quien trabajó junto a Achille Devéria, Raffet y Gerard este último más
conocido por su seudónimo Grandville en las revistas Le Silhoutte
y Le Charivari;
la maestría genial de Daumier es alcanzada también por Gustave Doré,
siendo dignos de mencionar Gavarni, Guillaume Sulpice Chevalier,
André Gill
y sus trabajos en la revista "Le Père Duchêne ilustré".
Tanto en Toulouse-Lautrec como en Juan Gris,
que actuaron en las revistas Le Rire y L´Assiette au Beurre, respectivamente,
encontramos también elementos de caricatura, mientras el crítico y escritor Jules Husson Champfleury
escribía la primera Historia de la
caricatura.
En la Italia de la primera mitad de siglo XX el pintor Ottone Rosai
recurrió a formas caricaturescas, y cabe destacar los nombres de Umberto Tirelli, Galantara y Scalarini, así como la sátira de Mario Sironi
ya entrado el siglo.
En la Austria de fines de la Belle Époque,
sobresalieron los ilustradores de la revista satírica Simplicissimus.
Durante la República de Weimar en Alemania, los
integrantes de la Nueva Objetividad, por ejemplo Grosz
realizaron obras pictóricas e ilustraciones de fuerte estilo caricaturesco,
algo semejante realizó el pintor Expresionista
Belga
James Ensor
y también en muchas de sus xilografías el grabador Frans
Masereel. En la Alemania actual sobresale el hiperrealista
Sebastián Kruger.
En México desde el siglo XIX descollaron valiosos caricaturistas:
José Guadalupe Posada, Eduardo del
Río, Constantino Escalante y los contemporáneos
Miguel Covarrubias y Ángel Boligan. En los
países centroamericanos, entre los más notables en el
siglo XX, destacan en El Salvador, Toño Salazar
y en Nicaragua,
Roger Sánchez
con sus caricaturas de tema político y erótico.
Venezuela actualmente tiene como gran exponente a Hermann Mejía y como el
más conocido Pedro León Zapata, para sólo mencionar dos.
En Argentina y Uruguay desde fines de siglo XIX
se han venido destacando valiosos artistas de la caricatura: José María Cao Luaces, Alberto
Breccia, Landrú, Oski, Caloi, Hermenegildo Sábat, Andrés
Cascioli, Crist, Lucas y Carlos Nine,
Jorge Sanzol, Daniel Paz, Rudy,
Lang, Napo, Faruk, Langer, Mordillo y Quino entre muchos otros
que se han destacado en la caricatura sociopolítica, mientras que Calé,
Florencio Molina Campos y Lino Palacio
se destacaron por sus entrañables ilustraciones caricaturescas de tipos y
costumbres, siendo célebres por sus caricaturas los periódicos El Mosquito y Don Quijote a fines de siglo XIX y las
revistas Caras y Caretas inicios del siglo XX, Tía Vicenta
en los años 1960s
y Humor Registrado en los años 1980s.
El Museo del
Dibujo y la Ilustración de Buenos Aires
posee una completa colección de originales de estos autores y publicaciones,
además de una amplia cantidad de grabados de los autores europeos y
norteamericanos del siglo XIX, que expone habitualmente en sus muestras temáticas.
Las caricaturas se parecen a las historietas
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