Un cohete
es un vehículo,
aeronave
o nave espacial que obtiene su empuje por la reacción de la expulsión rápida de gases de combustión desde un motor cohete.
A ciertos tipos de cohete se los denomina misil y en este cambio de
nombre no interviene el tamaño o potencia, sino que generalmente se llama misil
a todo cohete de uso militar con capacidad de ser dirigido o manejado
activamente para alcanzar un blanco.
Para esos usos militares, los cohetes suelen usar propelente
sólido y no usan ningún tipo de guía. Los cohetes equipados con cabezas de
guerra en forma de misil pueden ser disparados por aviones
hacia objetivos fijos tales como edificios, o pueden ser lanzados por fuerzas
terrestres hacia otros objetivos terrestres. Durante la Guerra Fría
existían cohetes no guiados que portaban una carga nuclear, estaban diseñados
para atacar formaciones de bombarderos en vuelo. En el argot militar se prefiere la
palabra misil en lugar de cohete cuando el arma usa propelente
sólido o líquido y tiene un sistema de guía, esta distinción no se suele
aplicar a los vehículos civiles.
En todos los cohetes, los gases de combustión están
formados por propelente, el cual se lleva en el interior del cohete antes de su
liberación. El empuje de los cohetes se debe a la aceleración de los gases de
combustión, por la 3a ley del movimiento de Newton.
Hay muchos tipos diferentes de cohetes, su tamaño puede
variar desde los pequeños modelos de juguete
que pueden comprarse en tiendas, hasta los enormes Saturno V
usados por el programa Apolo.
Los cohetes se usan para acelerar, cambiar las órbitas,
órbitas de reentrada, para el aterrizaje completo si no hay atmósfera, como el
aterrizaje en la Luna,
y algunas veces para suavizar un aterrizaje con paracaídas justo antes del
impacto en tierra.
Muchos de los cohetes actuales obtienen su empuje de
reacciones químicas, motor de combustión interna. Un motor
cohete químico puede usar propelente sólido, líquido o una mezcla de ambos. Una
reacción química se inicia entre el combustible
y el oxidante
en la cámara de combustión, y el resultado son los gases calientes que se
aceleran a través de una tobera o toberas, en la parte final del cohete. La
aceleración de estos gases a través del esfuerzo del motor, empuje en la
cámara de combustión y en la tobera, haciendo que el vehículo se mueva.
No todos los cohetes usan reacciones químicas. Los
cohetes de vapor, por ejemplo, liberan agua supercalentada a través de una
tobera donde instantáneamente se proyecta en un vapor de alta velocidad,
empujando al cohete. La eficiencia del vapor como propelente para cohetes es
relativamente baja, pero es simple y razonablemente seguro, y el propelente es
barato y se encuentra en cualquier parte del mundo. Muchos cohetes de vapor se
han usado en vehículos terrestres pero un pequeño cohete de vapor se probó en
el año 2004 llevando un satélite UK-DMC, Reino Unido.
Hay propuestas para usar los cohetes de vapor para transportes interplanetarios
usando energía solar o nuclear como fuente de calor para vaporizar agua
recogida alrededor del sistema solar.
Los cohetes en los cuales el calor se proporciona de otra
manera que no sea un propelente, tales como los cohetes de vapor, se clasifican
dentro de los motores de combustión externa. Otros
ejemplos de combustión externa en cohetes incluyen la mayor parte de los
diseños de cohetes de propulsión nuclear. El uso de hidrógeno como propelente
para motores de combustión externa proporciona muy altas velocidades.
Debido a su altísima velocidad mach 10, los cohetes son especialmente útiles cuando se necesitan altas
velocidades, como para llevar objetos a una órbita mach 25. Las velocidades
que puede alcanzar un cohete se pueden calcular con la ecuación del cohete de Tsiolskovski,
que proporciona el diferencial de la velocidad
en términos de la velocidad y masa iniciales a la masa final.
Los cohetes se deben usar cuando no hay otras sustancias
tierra, agua o aire o fuerzas de gravedad, magnetismo, luz que un vehículo
pueda usar para propulsarse, como ocurre en el espacio. En estas
circunstancias, es necesario llevar todo el propelente que se necesite usar.
Las relaciones típicas de masa para vehículos son de 20/1
para propelentes densos tales como oxígeno
líquido y keroseno, 25/1 para monopropelentes densos como peróxido de hidrógeno, y 10/1 para oxígeno
líquido e hidrógeno líquido. No obstante, la relación de masa depende en
gran medida de muchos factores tales como el tipo de motor del vehículo y sus
márgenes de seguridad estructurales.
Frecuentemente, la velocidad requerida para una
misión es inalcanzable por un sólo cohete porque el peso del propelente, la
estructura, la guía y los motores es demasiado para conseguir una relación
mejor. Éste problema se soluciona frecuentemente con las etapas: en cada etapa
se va perdiendo peso lanzando la parte ya consumida o utilizada, incrementando
la relación de masa y potencia.
Típicamente, la aceleración de un cohete aumenta con el
tiempo, incluso si el empuje permanece constante ya que el peso del cohete
disminuye a medida que se quema su combustible. Las discontinuidades en la
aceleración suceden cuando las diferentes etapas comienzan o terminan, a menudo
comienzan con una menor aceleración cuando se dispara cada nueva etapa.
El descubrimiento de la pólvora
por los antiguos alquimistas chinos taoístas
y sus usos para distintos tipos de armas, flechas de
fuego, bombas y cañones, derivaron en el desarrollo de los
cohetes. Inicialmente se inventaron para ceremonias religiosas
que estaban relacionadas con la veneración a los dioses chinos en la antigua
religión china. Fueron los precursores de los actuales fuegos artificiales y, después de intensivas
investigaciones, se adaptaron para su uso como artillería
en las guerras sucedidas desde el siglo X hasta el XII.
Algunos de los antiguos
cohetes chinos estaban situados en la fortificación militar conocida como la Gran Muralla China, y los empleaban los
soldados de élite chinos. La tecnología de los cohetes se empezó a conocer en Europa gracias
a su uso por las tropas mongoles de Genghis Khan y Ogodei Khan cuando conquistaron
Rusia, Europa del este y parte de Europa central(Austria entre otros. Los
mongoles habían robado la tecnología de los chinos cuando conquistaron la parte
norte de China y adquirieron más conocimientos sobre la misma gracias a los
expertos mercenarios chinos que trabajaron para su ejército. Además, la
difusión de los cohetes en Europa se vio influenciada por los otomanos en el sitio de Constantinopla en el año 1453, aunque es muy
probable que los otomanos estuvieran influenciados por las invasiones mongolas
de los siglos anteriores. De cualquier manera, durante varios siglos los
cohetes se tomaron como curiosidades por los occidentales.
Durante más de dos siglos, el
trabajo del noble polaco-lituano Kazimierz Siemienowicz Artis Magnae Artilleriae pars prima
"El gran arte de la artillería, Primera parte", también conocida
como "El arte completo de la artillería" se usó en Europa como un
manual básico de artillería. El libro proveía los diseños estándares para
fabricar cohetes, bolas de fuego y otros dispositivos de pirotecnia.
Contenía un largo capítulo sobre calibración, construcción, producción y
propiedades de los cohetes tanto para usos militares como civiles, incluyendo
cohetes de múltiples etapas, baterías de cohetes y cohetes con aletas
estabilizadoras en forma de delta en lugar de las típicas varas de guía.
Al final del siglo XVIII
las tropas del Sultán Tipu del Reino de Mysore usaron
satisfactoriamente cohetes con estructura de hierro en la India contra los
británicos durante las guerras entre ambos. Los británicos mostraron un gran
interés en la tecnología y la desarrollaron durante todo el siglo XIX.
El personaje más importante de esta época fue William Congreve. Desde
entonces el uso de cohetes en usos militares se extendió por toda Europa. En la
Batalla de Baltimore, en 1814, se lanzaron cohetes
al Fuerte McHenry por los barcos lanzadores de cohetes
como el HMS Erebus, descritos
por Francis Scott Key en The Star-Spangled Banner "La Bandera de Estrellas Centelleantes"
himno de los Estados Unidos.
Los primeros cohetes eran muy
poco precisos. Sin el uso de ningún tipo de giros ni de cardanes
en el empuje, tenían una gran tendencia a desviarse bruscamente fuera de su
trayectoria. Los primeros cohetes del británico William Congreve redujeron esta
tendencia adjuntando un largo bastón en la cola del cohete similar a los
cohetes de feria actuales para hacer más difícil que el cohete modificara su
trayectoria. El cohete más grande de Congreve pesaba 14,5 kg en vacío y tenía
un bastón de cola de 5,6 m de longitud. Originalmente los bastones se montaban
en los laterales, pero más tarde se cambió la posición a una más central,
reduciendo su arrastre y permitiendo una mayor precisión al cohete cuando se
lanzaba desde un segmento de tubo.
El problema de la puntería se
solucionó en 1844
cuando William Hale modificó el
diseño de los cohetes permitiendo un empuje ligeramente vectorizado
haciendo que el cohete girase alrededor de su propio eje como una bala. El
cohete Hale eliminó la necesidad del bastón del cohete, viajando a mayor
velocidad dada su menor resistencia contra el aire y siendo más preciso.
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