SALADINO
Sultán de Egipto de 1171 a 1193 y de Siria, de 1174 a 1193.
De origen kurdo, inició su carrera militar junto a su padre Ayyub y su tío
Sirkuh, que servían a Nur al-Din, uno de los más importantes jefes militares de
Siria. Participó en la expedición de Sirkuh a Egipto, y asumió el mando a la
muerte de éste, en 1169.
La ocupación del país del Nilo puso
fin al período fatimí y sirvió para realzar el prestigio de Saladino dentro de
un islam aún traumatizado por la caída de Jerusalén en poder de los cruzados en
1099. A la muerte de Nur al-Din, hasta aquel momento considerado como el gran
campeón del islam, Saladino supo maniobrar con destreza para apartar a sus
sucesores y afianzarse en el poder en Siria.
Conseguido esto, inició la
reunificación de los diferentes estados islámicos de Oriente y organizó para
ello un poderoso y disciplinado ejército cuyo núcleo fundamental eran los
fiables guerreros turcos y kurdos. Una vez se sintió seguro de sus fuerzas,
reavivó la guerra santa y atacó al Estado de los cruzados en Palestina en 1187.
Con suma habilidad estratégica, atrajo al principal ejército cruzado, el del
rey Guido de Lusignan, a los Cuernos de Hattin, donde lo cercó y aniquiló.
A partir de esta victoria, las
posesiones cruzadas en Tierra Santa, con inclusión de Jerusalén, fueron cayendo
una tras otra. La reacción de los cristianos no se hizo esperar y se inició la
Tercera Cruzada: un poderoso ejército mandado por los reyes de Francia e
Inglaterra, Felipe Augusto y Ricardo Corazón de León, desembarcó en Acre y
sitió la ciudad. Los intentos de Saladino para socorrer Acre fueron
infructuosos, y ésta fue tomada por los cristianos en 1191.
SALADINO dedicó entonces sus energías a
detener el avance de Ricardo Corazón de León en dirección a Jerusalén. La
enconada resistencia de los musulmanes logró por último contener los progresos
de los cruzados y se firmó una paz que dejaba el interior de Palestina,
incluida Jerusalén, en manos de los musulmanes, si bien se aseguraba el derecho
de paso de los peregrinos a esta ciudad.
Concluida la guerra, la figura de SALADINO fue reverenciada, ya que se le
consideró el salvador del islam. Los mismos cruzados no dudaron en resaltar su
valentía y su honor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario