La Mitología celta es conocida por una serie de
relatos de la aparente religión de los celtas durante la edad de
hierro. Al igual que otras culturas indoeuropeas durante este
periodo, los primeros celtas mantuvieron una mitología
politeísta
y una estructura religiosa. Entre el pueblo celta en estrecho contacto con Roma, como los galos
y los celtíberos,
esta mitología no sobrevivió al imperio
romano, debido a su subsecuente conversión al cristianismo
y a la pérdida de sus idiomas originales, aunque irónicamente fue a través de
fuentes romanas y cristianas, contemporáneas, que conocemos detalles sobre sus
creencias.
En contraste, la comunidad celta que mantuvo sus
identidades políticas o lingüísticas
tales como las tribus de escotos y bretones de las Islas Británicas transmitió por lo menos
vestigios remanentes de las mitologías de la edad de hierro, las cuales fueron
registradas a menudo en forma escrita durante la Edad Media.
Debido a la escasez de fuentes sobrevivientes que pongan
por escrito el idioma galo, se conjetura que los celtas
paganos no eran extensamente alfabetizados,
aunque una forma escrita de la lengua gala, utilizando el alfabeto
griego, latino e itálico del Norte, fue usada según lo
evidenciado por los artículos votivos que llevan las inscripciones en lengua
gala y el Calendario de Coligny. Julio César
da testimonio del alfabetismo de los galos, pero también describe que sus
sacerdotes, los druidas,
prohibieron utilizar la escritura para registrar ciertos versos de importancia
religiosa,
haciendo notar también que los Helvecios tenían un censo escrito.
Roma introdujo el hábito más extendido de inscripciones
públicas, y debilitó el poder de los druidas en los territorios que conquistó;
de hecho, la mayor parte de las inscripciones sobre deidades
descubiertas en Galia, Francia moderna, Britania
y en otros lugares representan territorios celtas posteriores a la conquista
romana.
Aunque tempranamente los escotos de Irlanda
y partes del moderno Gales
usaron la escritura Ogam
para registrar inscripciones cortas en gran parte nombres personales, el
alfabetismo más sofisticado no fue introducido a los territorios celtas que no
habían sido conquistados por Roma hasta el advenimiento del cristianismo; de
hecho, muchos mitos gaélicos primero fueron registrados por monjes cristianos, aunque
sin la mayor parte de sus significados religiosos originales.
Aunque el mundo celta en su apogeo abarcara la mayor
parte de Europa
occidental y central, no estaba políticamente unificada, ni existía alguna
fuente central sustancial de influencia cultural; por consiguiente, había mucha
variación en las prácticas locales de la religión celta aunque ciertos
motivos, por ejemplo, la adoración al dios Lugh, parece haber
difundido en todas partes del mundo Celta. Las inscripciones de más de
trescientas deidades, que a menudo se comparan con su contraparte romana, han
sobrevivido, pero de éstas las más representadas parecen ser los genii locorum,
dioses locales o tribales, de los cuales solo unos pocos fueron extensamente
adorados. Sin embargo, de lo que ha llegado a nuestros días de la mitología
celta, es posible distinguir las concordancias que insinúan un panteón más
unificado de lo que a menudo se cree.
La naturaleza y las funciones de estos dioses antiguos
pueden ser deducidas de sus nombres, de la localización de sus inscripciones,
su iconografía, y de las deidades romanas con las que han sido comparadas.
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