Murió Don Carlos, considerado bueno y santo en toda la ciudad.
Muy confiado llegó a la puerta del cielo, seguro de que aquella gran puerta se le abriría de para en par. San pedro lo detuvo y le dijo:
-Yo conozco muy bien tus virtudes, pero si quieres entrar aquí, debes de llenar algunos requisitos: Debes de tener mil puntos de fe y amor, entonces dime: ¿Qué haz hecho en la tierra?-
-Pedro, tú sabes bien cuánto he rezado con devoción-
-Está bien, son cinco puntos. ¿Qué más?-
-Fui modelo de marido, jamás engañé a mi esposa-
-Diez puntos-
-Eduqué muy bien a mis hijos-
-Diez puntos-
-He sido esmerado, puntual y consciente en mi trabajo-
-Diez puntos-
-Cada semana les enseñe las oraciones a un grupo de niños-
-Quince puntos, haz llegado a cincuenta puntos. ¿Qué más tienes a tu favor?-
Haciendo memoria Don Carlos dijo:
-También me acordé varias veces de Dios y de todo lo que Jesús hizo por mí-
-Tienes otros cincuenta puntos y ya llevas cien, ya nada más te faltan novecientos-
-Bueno, muchas veces me desesperé de mi mismo y le pedía a Dios que olvidara mis torpezas y me perdonara, en vista de la muerte de su hijo. No se si eso me pueda servir de algo. San pedro por favor suplícale a Jesús, en vista de su sangre y muerte, que complete lo muchísimo que me falta para salvarme, de otra forma estaré perdido-
Con una sonrisa, San Pedro le dijo: -Don Carlos, de todo lo que Jesús mereció en la cruz, Él esta completando todo lo que te falta para tus mil puntos. Ya puedes entrar al cielo-
No hay comentarios:
Publicar un comentario