Atzimba era una princesa
Purépecha muy bella que vivió en los tiempos de la conquista española.
Ella estaba secretamente enamorada de un capitán español apellidado Villadiego.
Tiempo después ella cayo en una extraña enfermedad de la cual despertó con el beso
del español del cual se había enamorado y deciden casarse. El padre
de Atzimba llamado Aguanga era el Cazonci Rey de Michoacán y el no quería
que su hija se casara con el español, pero ellos insistieron y al
final Aguanga el padre de Atzimba accede pero les dice que su matrimonio tendrá
problemas y que se vayan lejos y ellos se fueron lejos, y llegaron a tierras
desconocidas. Los indios pusieron a los dos en una cueva y cubrieron la entrada
con rocas grandes. El capitán Villadiego y Atzimba no pudieron salir. Los
indios volvieron con el rey Aguanga y le dijeron: "Atzimba y el
capitán no volverán nunca". Aguanga estaba muy triste, pero los
indios tenían la costumbre de desterrar a los que no obedecían las leyes de la
tribu. Años después, unos españoles pasando por la cueva descubrieron la
entrada. Vieron a dos esqueletos abrazados.
El enamorado de Atzimba era un capitán español apellidado
Villadiego que fue enviado por Cortés como explorador porque las noticias sobre
el reino de Michoacán le atraían para su causa conquistadora. "Fue elegido
Villadiego, que hablaba el idioma de los mexicanos y dándole por compañía
algunos naturales amigos y proveyéndole de objetos de los que acostumbraban
regalar los españoles. Pero Villadiego se extravió en su viaje de exploración y
jamás se conoció el destino del grupo. Este hecho dio origen al refrán
"tomó las de Villadiego’".
En Zinapécuaro se construyó lo que es el balneario Atzimba en
honor a la princesa purépecha porque ahí está el manantial a donde ella se iba
a bañar. Y así, la leyenda de Atzimba va de boca en boca, cada uno puede contar
algo diferente pero todos coinciden en que ella era bella, que él era un
soldado español y que ambos murieron porque el orgullo purépecha, que no había
sido vencido por los aztecas tampoco iba a ser tocado por los españoles ni
siquiera en nombre del amor.
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