La RETÓRICA es la disciplina transversal a
distintos campos de conocimiento ciencia de la literatura, ciencia política, publicidad
,periodismo, ciencias de
la educación, ciencias
sociales, derecho,
etc. que se ocupa de estudiar y de sistematizar procedimientos y técnicas de
utilización del lenguaje,
puestos al servicio de una finalidad persuasiva o estética,
añadida a su finalidad comunicativa.
Históricamente, la retórica tiene su
origen en la Grecia
clásica, donde se entendía, en palabras de los tratadistas clásicos,
como el ars bene dicendi, esto es, la técnica de expresarse de manera
adecuada para lograr la persuasión del destinatario etimológicamente, la
palabra es un helenismo que proviene del griego.
La retórica se configura como un sistema
de procesos y recursos que
actúan en distintos niveles en la construcción de un discurso. Tales elementos
están estrechamente relacionados entre sí y todos ellos repercuten en los
distintos ámbitos discursivos.
En principio, la retórica se ocupó de
la lengua hablada, pero su saber trascendió al discurso escrito e influyó
poderosamente en la literatura cuando la palabra escrita ganó prestigio en el
régimen imperial en Roma, si bien el discurso escrito suele considerarse como
una transcripción limitada o imitación estrecha del discurso oral. En la
actualidad, la retórica ha vivido un gran resurgimiento y sus enseñanzas se
utilizan en publicidad,
la academia, la política,
así como en la defensa de puntos de vista durante los juicios civiles. Por otro
lado, gracias a las nuevas tecnologías audiovisuales podemos hablar de una
retórica de la imagen, ya que mediante una imagen o vídeo podemos hablar sobre
algo utilizando figuras retóricas metáfora, metonimia, prosopopeya,
personificación, etc.
La retórica ocupó un lugar importante
en el sistema educativo antiguo y medieval, y hasta el romanticismo su significación fue crucial dentro de
las disciplinas humanísticas.
Son tres procesos complementarios los
que conformaban el aprendizaje de la retórica: el estudio
de los preceptos, la imitación de modelos y la práctica personal.
Podemos conocer la retórica ateniense
a través de los discursos que dejaron grandes oradores como Demóstenes, Lisias o Isócrates.
Heródoto y Tucídides en sus obras sobre historia, además de
sucesos, también escribieron discursos pronunciados por personajes históricos
como Alcibíades, Jerjes o Pericles.
Desde el punto de vista teórico las
fuentes más importantes son la Retórica
a Alejandro escrita por Anaxímenes de Lámpsaco y la Retórica de Aristóteles.
La primera obra consiste en una serie de preceptos sobre como hablar
elocuentemente. La segunda obra tiene un planteamiento más filosófico. Frente a
la Retórica a Alejandro que
es de carácter práctico, la Retórica de Aristóteles es de carácter teórico.
En la Atenas
Clásica no existe una
distinción clara entre la retórica y la filosofía.
Por este motivo, hay que tener muy en cuenta esta última disciplina. La tragedia y la comedia,
muy ligadas a lo político, son también importantes para conocer la retórica en
la Atenas Clásica.
La retórica
nació en la antigua Grecia alrededor del año 485 a. C. en la ciudad siciliana
de Siracusa, cuando Gelón y
su sucesor Hierón I, expropiaron las tierras a sus ciudadanos para
adjudicárselas a miembros de su ejército personal. Más tarde, con la llegada de
la democracia y el derrocamiento de los tiranos, los perjudicados pretendieron
recuperar sus propiedades, y esta situación provocó una serie de pleitos en los
que se manifestó la importancia de la elocuencia o arte de hablar bien y
persuasivamente para conseguir las recuperaciones pretendidas. Así pues, su
origen no está vinculado a lo literario sino a lo judicial, y estrechamente
relacionado con lo político: la palabra pública y libre se relaciona con la
retórica.