La HEMOFILIA es una enfermedad genética recesiva
que impide la buena coagulación de la sangre. Está relacionada con el cromosoma X y existen tres tipos: la hemofilia A, cuando hay un déficit del factor VIII de
coagulación, la hemofilia B, cuando hay un déficit del factor IX de
coagulación, y la hemofilia C, que es el déficit del factor XI.
Los estudios más antiguos datan desde
el siglo II d.C., cuando rabinos judíos se dieron cuenta de que algunos niños
varones, cuando se les practicaba la circuncisión, sangraban mucho. Los rabinos
descubrieron que estos problemas sólo ocurrían en ciertas familias, por lo que
hicieron nuevos reglamentos para ayudar a estos niños que sangraban. El rabino
Judah declaró que un niño que tuviese hermanos mayores con problemas de
sangrado no tenía que ser circuncidados y el rabino Simón Ben Gamaliel impidió
que un niño fuese circuncidado porque los hijos de las tres hermanas de la
madre se habían desangrado hasta morir.
Entre las referencias escritas
posteriores merece destacar la descripción de la enfermedad que hizo en el siglo XI un médico árabe de Córdoba, llamado Abulcasis.
En el siglo XII,
otro rabino llamado Maimónides descubrió que, si los niños tenían
hemofilia, eran las madres las que la transmitían. Entonces hizo una ley nueva:
si una madre tenía hijos con este problema de sangrado y ella se volvía a
casar, ninguno de sus nuevos descendientes varones deberían ser circuncisos.
La primera referencia en Centro Europa
se da en Italia, en 1525, por Alejandro Benedicto.
En 1800, un médico americano
llamado John C. Otto realizó su primer estudio sobre
familias hemofílicas, y en el año 1803 descubrió la genética de la hemofilia
"A". Encontró que madres sin problema de sangrado podían transmitir
hemofilia a sus hijos, y sus hijas podían transmitir a sus nietos y bisnietos.
En 1928, el Dr. Hopff
describe la enfermedad por primera vez con la palabra hemofilia.
A Nivel histórico en el tratamiento se
pueden remontar fechas por ejemplo, en 1900 se dieron las transfusiones de sangre
fresca dado que el promedio de vida de una persona con hemofilia era
aproximadamente de 13 años. Luego en 1950, se dio inicio de la
disposición del plasma para el tratamiento; más tarde en 1965, se dio a la
disposición del crio precipitado del plasma y pasados 5 años, en 1970, se inició la
producción de concentrados por factores de coagulación. En 1980, se dio una baja por
el contagio del 80% de los que padecían hemofilia por el VIH/SIDA y a raíz de esto, en 1985, cada uno de los
factores fueron sometidos a una inactivación viral, haciendo cada vez el
proceso más antiséptico. En 1992, salió al mercado el
primer factor que no fue derivado del plasma,
obtenido por tecnología AND recombinante. Por último, en 1995, se introdujo el
primer tratamiento profiláctico, capaz de reemplazar el factor debilitado.
El caso más famoso de la hemofilia fue
el del último zarevich de Rusia: Alexis Nikoláyevich Románov, pasado por su
madre transmisora, Alejandra Fiódorovna Románova, nieta de la
reina Victoria de Inglaterra, transmisora
también de esta enfermedad. También, destacan los casos de hemofilia en la
realeza española en los hijos de Alfonso XIII y la reina Victoria
Eugenia, nieta también de la reina Victoria de Inglaterra, y que afectaron
profundamente a la monarquía española.
En cada célula humana hay 46 cromosomas:
la mitad la recibimos como herencia de la madre y la otra mitad del padre. Los
cromosomas contienen las instrucciones necesarias para ordenar a las células
cómo fabricar las proteínas que el organismo requiere para su funcionamiento.
Estas instrucciones se encuentran contenidas en pequeñas formaciones que se
llaman genes, constituidos de ADN, que son la estructura básica de la vida.
Los cromosomas vienen en pares, por lo
que tenemos dos copias de todos nuestros genes; si hay algún daño en algún gen
o un cromosoma, hay una copia de respaldo de ese gen o cromosoma que podrá
cumplir las funciones normalmente. Pero hay una excepción, los cromosomas
sexuales: X e Y.
El sexo femenino está determinado por
dos cromosomas X (XX), y el sexo masculino tiene un cromosoma X y un Y (XY). El
cromosoma X contiene muchos genes que son comunes a ambos sexos, como los genes
para la producción del factor VIII y el factor IX, relacionados con la
coagulación sanguínea.
La mujer tiene dos copias de esos
genes específicos mientras que los varones sólo uno. Si el varón hereda un
cromosoma con un gen dañado del factor VIII, es el único gen que recibe y no
tiene información de respaldo, por lo que no podrá producir ese factor de
coagulación.
Esta anomalía hereditaria se
manifiesta en las mujeres, pero en muy bajo porcentaje, ya que las mujeres
normalmente son portadoras del gen, igualmente están expuestas a sus
consecuencias, ya que para manifestar la enfermedad necesitarían dos copias
defectuosas, cosa muy poco probable. Actualmente, en España, la incidencia de
personas nacidas con hemofilia es una de cada 15.000.
La característica principal de la
Hemofilia A y B es la hemartrosis y el sangrado prolongado espontáneo. Las
hemorragias más graves son las que se producen en articulaciones, cerebro, ojo,
lengua, garganta, riñones, hemorragias digestivas, genitales, nasales, etc.
La manifestación clínica más frecuente
en los pacientes con hemofilia es la hemartrosis, sangrado intra articular que
afecta especialmente a las articulaciones de un solo eje como la rodilla, el
codo o el tobillo. Si se produce una hemartrosis en repetidas ocasiones en una
articulación, se origina una deformidad y atrofia muscular llamada artropatía
hemofílica.
Como posibles síntomas se puede
clasificar en tres estadios: I, II y III; el estadio I comprende hormigueo en
las articulaciones y fiebre en dicha parte del cuerpo, esta se relaciona por
tener una hemorragia con traumatismo. El estadio II, este hormigueo pasa a
sentirse ya como dolor, aún permanece la fiebre en la parte afectada del cuerpo
y se acompaña por inflamación debida al cúmulo de sangre presente en la
articulación ósea, debido a una hemorragia espontánea con sangrado severo. Como
último estadio, el estadio III se presenta la articulación viscosa e inflamada
debido al debilitamiento muscular, rigidez matinal todo lo referente a la
mañana, dolor crónico y movimiento limitado por la obstrucción en la
articulación. Interpretado como hemorragia espontánea en músculo y
articulación.
El
diagnóstico del tipo de hemofilia y su nivel de gravedad se hace mediante la
historia clínica y un análisis de sangre para la medición, en el laboratorio, a
través de pruebas especiales de coagulación, de los grados de los diferentes
factores. El objetivo es establecer la severidad de la enfermedad y decidir el
tratamiento más adecuado a seguir por el paciente.
No hay en la actualidad ningún
tratamiento curativo disponible y lo único que se puede hacer es corregir la
tendencia hemorrágica administrando por vía intravenosa el factor de
coagulación que falta, el factor VIII o el IX.
Como posibles tratamientos existen los
caseros que consiste en el reposo corporal y sobre la zona afectada se deja
hielo por dos horas sobre dicha parte del cuerpo posteriormente se elevara la
articulación.
El tratamiento sustitutivo supuso un
avance importantísimo tanto para la calidad de vida como para la supervivencia
de los pacientes. La obtención de factores de coagulación a partir de plasma
humano dio lugar, en muchas ocasiones, a la transmisión de virus, sobre todo el VIH SIDA en los años 80, lo que significó
un grave retroceso en la vida de los pacientes con hemofilia.
A mediados de esa misma década se
introdujeron los primeros métodos de inactivación viral en los concentrados
liofilizados, transformándolos en productos mucho más seguros.
Actualmente, los concentrados
liofilizados de doble inactivación viral constituyen derivados del plasma más
seguros y se están evaluando e introduciendo constantemente tecnología punta en
estos productos que permitan inactivar nuevos virus y otros agentes infecciosos,
como los priones, que podrían representar una amenaza para los que utilizan
productos derivados del plasma humano.
En los últimos años, el desarrollo de
la ingeniería genética ha hecho posible iniciar una nueva era en el tratamiento
de la enfermedad. Desde hace unos pocos años, se han desarrollado preparados
más puros de los factores de coagulación, sin necesidad de plasma humano. El
factor VIII recombinante, el más masificado, se produce a partir de células
cultivadas en laboratorio. La Federación Mundial de Hemofilia recomienda el uso
de productos recombinantes, ya que garantizan una mayor seguridad con la misma
eficacia que los productos plasmáticos.
Como medicamento se utiliza
principalmente desmopresina para desprender Factor VIII de los vasos sanguíneos,
cabe resalta que no se debe utilizar la aspirina convencional pues esta es un
antiagregante plaquetario, y no dejara hacer un trombo en alguna laceración
corporal, esto sería un agravante para el estado del paciente. Y como medida
evidente, se encuentra el suministro del factor faltante por vía intravenosa ya
sea por medio de reservas como plasma fresco congelado, crioprecipitados, pero
como medida recomendada, factor liofilizado del factor a utilizar.
Existen enormes expectativas de
tratamiento mediante terapia génica, que consiste en la introducción de genes
en células determinadas del paciente que sean capaces de combinarse con el
material genético existente, aportando la información que falta para fabricar
la proteína deficitaria causante de la enfermedad. La hemofilia es buena
candidata para terapia génica ya que no requiere la regulación de los genes de
los factores VIII o IX insertados incluso la sobreexpresión del gen no
resultaría contraproducente, ya que los genes tienen de forma natural una gran
variabilidad, es fácil acceder a las células para la terapia ex vivo, existen
buenos modelos animales, y un pequeño aumento en los niveles plasmáticos sería
suficiente para convertir una patología grave en una forma más leve, además los
niveles son fácilmente medibles en cualquier hospital.
El objetivo de la fisioterapia en el
tratamiento de la hemofilia, como profilaxis, es aconsejar y programar
actividades físicas y deportes con riesgos mínimos, que prevengan la aparición
de lesiones músculo - esqueléticas consecutivas a una deficiente condición
física.
Por otra parte, respecto al
tratamiento de lesiones, la fisioterapia muestra su colaboración y su
resolución del episodio hemorrágico, actúa sobre la inflamación, disminuye el
dolor y recupera la función perdida, procurando evitar o disminuir las
secuelas.
Hay dos tipos de tratamiento:
Profilaxis el enfermo se inyecta por vía intravenosa su medicina correspondiente
varias veces a la semana, o a demanda el enfermo se inyecta la medicina cada vez
que se produce una hemorragia.
De igual manera, la reunión de médicos
especialistas de Buenos Aires, en
conjunto con la Federación Mundial de Hemofilia, concuerdan en la utilización de la
ecuación para el reemplazo del factor VIII que corresponde a: Peso del paciente
Porcentaje faltante del factor VIII 0,5, para que de en UI el resultado; se
dice que es mejor manejar la infusión del Factor liofilizado por productos
farmacéuticos, no se recomienda el uso de criprecipitados ya que a estos no se
les ha hecho un barrido viral, y por el uso de este puedan haber muchas más patologías.
Consideran la estabilidad del paciente 8 horas antes de cualquier intervención quirúrgica
por lo menos de 8 horas de seguimiento y suministrando el factor faltante o
deficiente. Recalca que el uso de desmopresina es exclusivo para la prevención más
no para un tratamiento quirúrgico. Trazando un limite de diferencia entre los
factores, y mas específicamente entre la ecuación para la suministración, el
Factor IX maneja casi la misma ecuación, pero es más especifica en el ciclo
vital de las personas ya que es distinto el cálculo para niños que para
adultos; para niños el cálculo es el peso porcentaje de factor a infundir 1,5;
en cambio para adultos es el peso porcentaje de factor a infundir.